Bosques andinos del extremo sur, vía Icalma, entre Chile y Argentina
Bosques andinos del extremo sur, vía Icalma, entre Chile y Argentina

Tomaba esta foto en verano austral del 2012, estando con una de las familias Mapuche más hermosas que conocí jamás. Acercarnos a Icalma desde Temuco y San Ramón, sin advertir jamás que miles de hectáreas de bosques nativos pudiesen arder en el corazón del Wallmapu, la nación Mapuche, era el sueño de los que nos sentimos en casa en parajes como estos.

Pero la casa eventualmente arde cuando sus hijos adoptivos, ajenos al lenguaje de nuestra amada Ñuke Mapu, la Madre Tierra, dejan de comprender las señales que vibran con el latir de la tierra misma. Sus vientos, sus aguas, el pewén despuntando naranja y amarillo, la araucaria en flor veranera a la búsqueda del otoño, hablan, siempre hablan aunque no todos escuchan, menos aún vibran al latir del kultrún, el ritmo cardíaco que simbólicamente se hace tambor, pero que en realidad es el pulsar de la tierra, la madre de todos.

Hoy estoy a miles de kilómetros pero es como estar allí, porque el sentimiento es el mismo y porque todos nuestros bosques y selvas arden, arden en los Andes y en la Amazonía por igual, y en todos lados incomodamos quienes hablamos en nombre de los árboles, no somos el Lórax, pero sí somos los legítimos hijos de la tierra, a pesar que sea la madre de todos.

Estuve leyendo las declaraciones de un hermano mapuche, decía algo como que el volcán Villarrica se tiraba un peo y todo el aparataje del Estado y el aparataje mediático se movían en seguida por la enorme plaza turística y la importancia de las inversiones y poblaciones que en su entorno viven, pero arden cientos, miles de hectáreas de bosques nativos, centenarias araucarias, impresionantes coíhues, rauilíes, lengas y tantas otras especies reguladoras del clima y de los efluentes de agua, cobijo de tantos animales y pequeñas comunidades, ni hablar del asiento por al menos milenio y medio del pueblo Mapuche, y sin embargo no es alarma para la atención inmediata por parte de las autoridades competentes.

¿Por qué nuestros bosques y selvas no son noticia, si son el sostén de vida? En la Amazonía vemos el saqueo inmisericorde del oro, diamantes, maderas, dentro y en torno de nuestras áreas naturales protegidas, en los Andes fuera de los parques nacionales ya prácticamente no nos quedan bosques, pero en los Andes australes el asunto no es menos complejo. Miles y miles de hectáreas de bosques monocultivados para uso industrial siguen sustituyendo los tan importantes y biodiversos bosques nativos, ya no sabemos qué pensar, si los incendios tan extendidos son casuales o ciertamente causales.

En la escuela me enseñaron que el fitoplancton marino, junto con captar o fijar buena parte del dióxido de carbono que producimos tan agigantadamente, también emite o produce cerca de la mitad del oxígeno que requerimos para respirar en todo el planeta, la otra mitad la generan los bosques templados y subtropicales, además de las selvas tropicales, pero todo se reduce, los límites planetarios se encogen tanto que ya literalmente nos asfixian y aplastan, nos confinan a la realidad más cruel a la que podamos asistir, me refiero al el suicidio colectivo.

Somos torpes y no vemos lo que se nos viene encima (…), pero la profecía se está haciendo más que evidente y llegará de nuevo el reino de la Pachamama, la ecocracia, el gobierno de la Madre Tierra. Quiero ver que mis hijos vean que ya existe el designio de la madre de todos para condicionar a gobiernos y empresas, a escuelas y tribunales, al desarrollo mejor entendido de todos; todo en función de lo que agrade y sirva a la Madre Tierra, más no en función de lo que nosotros creemos que ella puede soportar, son enfoques y cosmovisiones muy distintas, hasta contrapuestas.

Madre Tierra, te pido en nombre de los hijos de los hombres que aún sentimos tu palpitar, que nos ayudes a limpiar y cosechar la sensibilidad de quienes al parecer te sienten lejos, tan lejos como una moda o tendencia. Te pido con amor, que los despiertes o que te los lleves de este plano, hemos llegado al verdadero límite planetario, ya no pueden existir seres dormidos, tampoco adormecidos; llévatelos y hazlos abono de tus raíces, o despiértalos como tú sólo sabes hacerlo, con la justicia de una madre que ama, con el poder de la sabiduría eterna, estremécenos y límpianos por completo, te lo pido en nombre de las aguas, de los árboles, de los pájaros, de las flores y de las personas que no hallamos otra manera de hacer saber nuestro clamor, ¡escúchame Madre Tierra, madre de todos!, quedamos de tu abrazo y del calor de tu regazo.

@samscarpato

Código: 03-2015-1046

Para citar este escrito:

SCARPATO, Samuel. (2015). Me resisto a creer que la Madre Tierra sea menos que todo. Primera publicación en fecha 26-Mar-2015 en el medio Facebook. Segunda publicación en fecha 13-May-2016. Consultado en fecha (día)-(mes)-(año). Disponible: https://samscarpato.com/me-resisto-a-creer-que-la-madre-tierra-sea-menos-que-todo/