Bajando a Escagüey, Andes venezolanos, 2014.

Quiero una Venezuela sin rutas de escape, sin tener que saltar una barda para caer del otro lado. Quiero un país lleno de gente entusiasta por asumir más que sus deberes como ciudadano, aunque si cumpliese al menos sus deberes sería algo genial.

Quiero una Venezuela heterogénea en la discusión e integrada en la acción. Quiero una nación alegre por su diversidad, donde se celebre y se potencien lo distinto que somos, nuestras querencias, capacidades, áreas de acción y formas de expresión.

Quiero una Venezuela donde, desde las universidades, nos metamos en la máquina del tiempo y retrocedamos a la época cuando perdimos contacto con la realidad y dejamos que los políticos nos despojaran de nuestra capacidad para desarrollar los campos, las escuelas, los hospitales, las políticas públicas y el quehacer cultural, pero a su vez nos adelantemos al tiempo de creer en la innovación como método y objetivo de la enseñanza.

Quiero una Venezuela donde asumamos todos la responsabilidad de no cifrar más los votos castigo apostando al nuevo mesías que tiranizará tarde o temprano su estrecha gestión pública en lo que sería de seguro un nuevo caudillo.

Quiero una Venezuela donde el condominio y la vecindad sean ejemplos de participación cívica y masiva, para cualquier organización popular que surgió de la ausencia de quienes fuimos críticos de la ausencia de participación.

Quiero una Venezuela donde el turismo del ciudadano común sea consecuente con la preservación de la naturaleza y no con la destrucción de nuestra biodiversidad y bellezas escénicas, para luego reclamar más controles que luego no queramos asumir.

Quiero una Venezuela que no se avergüence de sus cuerpos policiales, que sintamos plena confianza de bajar el vidrio de nuestras ventanillas en cada alcabala y podamos saludar con fraternal amabilidad a quien sea incapaz de aceptarnos así sea un caramelo.

Quiero una Venezuela donde compitamos por la fotografía más hermosa de nuestros gestos y parajes, más no de nuestras mañas y picardías. Quiero un territorio amado y defendido sin hipocresía, por quienes lo recorremos fuera de los eventos electorales y nos dé orgullo sentir nuestro gentilicio en cada tacita de café que nos brindan en cada campo.

Quiero una Venezuela donde denunciar no sea escarnio ni castigo, donde destacar tampoco sea objeto de bullying ni caciqueo. Quiero un país donde el orden y la eficiencia no sean criticados como una complicación académica ni elitista.

Quiero una Venezuela donde podamos encontrar suficiente información, oportuna, útil y creíble, en todas las empresas públicas y organismos donde vayamos. Quiero un país de oportunidades más que de adversidades, donde podamos sentir y creer que vale la alegría entregarnos por completo a trabajar sin preocuparnos por algún tipo de incertidumbre.

Quiero una Venezuela donde no segmentemos las preferencias sino por el grado de ganas de ayudar y cooperar, más no por colores ni condiciones sociales de ningún tipo. Quiero un pueblo que asuma su papel donde a cada cual le toque trabajar y engranar la armoniosa maquinaria que nos mueva a todos y que todos seamos indispensables y respetados por todos.

Quiero una Venezuela donde lo ajeno sea más cuidado que lo propio y donde lo propio sea ejemplo de cuidado y limpieza. Un país quiero, donde la vida valga más que todo en su conjunto y el respeto por el otro nos lleve a cuidarnos entre todos.

Quiero una Venezuela donde se progrese en colectivo y nadie se supere a costa del demérito de otro. Un país donde estudiar sea un mérito más no una frustración de progreso, donde veamos que los puestos de más responsabilidad son ocupados por funcionarios cada vez mejor formados.

Quiero una Venezuela donde discutamos con admiración y cooperación, no con odio y venganza. Un país quiero y el que quiero depende de hacer el bien sin mirar a quien, de aceptar la adversidad como reto para superarnos y empujar la hermosa carreta cargada de bellos frutos tropicales y multicolores sonrisas, de nuestros hijos y de todas las generaciones que vendrán.

Quiero una Venezuela en la que tu buen pensamiento esté enfocado para que el mío sea empujado a ser cada vez mejor. Quiero un país donde se recobre la solidaridad sin esperar que otro lo haga para nosotros dar el paso.

Quiero una Venezuela donde dejemos de excusarnos y sigamos construyendo cada vez más cambios desde lo más pequeño y sencillo, sin esperar que las instituciones cambien por nosotros, porque nosotros somos la ciudadanía que construye la institucionalidad.

Quiero una Venezuela que sea igual al tejido conjunto de nuestros mejores sueños compartidos, insisto, una Venezuela tan tuya como mía, donde tú seas ejemplo de tu familia y yo de la mía, y nuestras familias ejemplo de nuestra cuadra.

No te pierdas esa Venezuela, la que se construye desde tus acciones y ejemplos, no desde tus críticas y distantes quejas; una Venezuela que es tan amable como acogedora, tan próspera y abundante como alegre su gente, tan ciertas mis palabras como nuestro compromiso por seguir haciéndolas realidad. Esa es la Venezuela que amo y quiero que ames aún más.

@samscarpato

Código: 02-2015-0126

Para citar este escrito:

SCARPATO, Samuel. (2015). Quiero una Venezuela. Primera publicación en fecha 20-Feb-2015 en el medio Facebook. Segunda publicación en fecha 13-May-2016. Consultado en fecha (día)-(mes)-(año). Disponible: https://samscarpato.com/quiero-una-venezuela/