Darnos cuenta que la crisis económica y social en Venezuela se resuelve más con inteligencia organizacional y menos con musculatura financiera, nos ha costado más tiempo y esperanza de lo que hubiésemos deseado. La depredación colonial que tanto hemos criticado, vuelve a nosotros como patente de corso para salvarnos en la inmediatez.

Este último es tal vez uno de nuestros peores enemigos, la inmediatez. Nuestro afán por resolverlo todo rápido nos ha convertido en el país de los operativos, del para-Estado, de las para-instituciones. Derrumbar el Estado burocrático se creyó un medio para liberarnos de la pesada carga que implicaban las gestiones públicas y el agigantado funcionariado, los laxos trámites y la corrupción.

Mientras buscamos la forma de derrumbar el Estado burocrático, se crearon miles, decenas de miles, luego cientos de miles módulos sin articulación, toda una interminable estructura Ad hoc: comisiones, ministerios sin cartera, misiones, operativos, emergencias y ferias; miles y miles de instancias para resolver asuntos puntuales.

Somos el puntillismo sobre el papel, un dibujo inacabado, el desgajo sin articulación, nos volvimos una reguera de buenas intenciones atadas con el ánimo de salir pronto de los fantasmas que se hicieron realidad. Invocamos con fuerza sagrados tulpas que vendrían en nuestro auxilio, pero se hicieron los peores íncubos y súcubos; egregores que se convirtieron en nuestra pesadilla diurna. Esa es la realidad de la emergencia venezolana.

Jamás se llegó a derrumbar el Estado burocrático, más bien creció y creció en su tamaño y necesidad interminable de recursos. Y es allí donde quiero llegar, al inicio de los tiempos de la conquista, me refiero al literal saqueo material de nuestros recursos naturales y a la imposición de un modelo extractivo o extractivista vendido como la solución a nuestros problemas.

Siempre vivimos del modelo extractivista; la herencia colonial y un siglo de dependencia petrolera nos enseñaron muy bien cómo saquear a la Madre Tierra y hacer de esto una institución. Ya se nos hace difícil comprender que el petróleo daña nuestras vidas y la del planeta entero. Los críticos, los anti sistemas, religiosos y ecologistas, todos vivimos de este nefasto sistema extractivista, hasta los opositores y sus empresas, toda la economía venezolana la mueve el flujo de las primigenias finanzas petroleras. Ahora no sabemos cómo hacer con el petróleo tan barato en los mercados internacionales.

Nuestra esperanza país no es el turismo o la ciencia y la tecnología, sino el extractivismo, la brutalidad encarnada. Exacerbar la minería fue la mayor carta bajo la manga de los últimos diez gobiernos, y el actual decidió alinearse sin excepción alguna. Hay que saquear a la Madre Tierra, no hay de otra, nuestro inmenso e insostenible aparataje burocrático no está adaptado a otra cosa sino a la extracción inmisericorde de los recursos naturales.

Ahora vamos con todo sobre el borde norte de la selva amazónica, el “arco minero del Orinoco”, antes “arco minero de Guayana”, “proyecto de desarrollo del sur”, “conquista del sur”, son nombres que reposan en los planes de la nación de los últimos 60 a 70 años; el extractivismo y el saqueo hecho institución, les decía.

Hay que potenciar la explotación del hierro y la bauxita, nos dicen, pero también hay que darle con todo al oro, los diamantes, el caolín y el coltán. No basta hacer más eficientes y productivas a las industrias del aluminio que procesan la bauxita y la alúmina; tampoco basta con reanimar la industria del hierro y darle más valor agregado a los minerales ya explotados. Pues no, ¡hay que ir por más!, y nada de agregación de valor, lo nuestro es el extractivismo o saqueo de materias primas.

Sagrados territorios indígenas protegidos de palabra por el Capítulo VIII de nuestra Constitución, por toda la Ley Orgánica de Pueblos y Comunidades Indígenas, y por la Ley de Demarcación y Garantía del Hábitat y Tierras de los Pueblos Indígenas, serán removidos de la faz de la Tierra, aún cuando los planes digan lo contrario. Adiós a los pueblos-nación Pumé, Mapoyo, Eñepá, Curripaco, Piapoco, Jivi, Piaroa, entre otros tantos, y sus miles de comunidades ancestrales que allí subsisten; ahora se convertirán en mano de obra para la explotación minera y la deplorable subcultura que sabemos aledaña a los campamentos mineros.

Hablar de bosques y biodiversidad en general, que serán igualmente arrasados, amerita transitar con sórdida esperanza por al menos quince leyes, pero ya sabemos lo que será de ellas. Los caudales de nuestros ríos no son tan importantes, no importa el motor climático que implica la selva sobre las lluvias en el país, tampoco la colorida y sonora vida que se esparce en su entorno; hay que extraer y saquear, no se les olvide que estamos en emergencia y hay que resolver a muy corto plazo.

Mejor no toquemos el tema turismo y la enorme potencialidad que tenemos para posicionarnos (o volvernos a posicionar) como el principal atractivo y destino turístico de Latinoamérica, ¿saben por qué?, porque no nos van a entender, es un tema muy profundo para nuestros gobernantes. Para ello, habría que planificar a plazos e integrar la enorme reguera de módulos e instancias públicas que tenemos desconectadas. Es mucho pedir a nuestros gobernantes y sus asesores.

Los números ya consolidados que sustentan los ingresos por turismo y su impacto en el PIB de Brasil, Argentina, Costa Rica, República Dominicana, Perú, Ecuador o Bolivia, son falsos, así como los crecientes números en Chile, Colombia, Belice, Panamá y otros países de la región, también nos mienten, por eso no hay que hacerles caso y seguir metidos de cabeza en el extractivismo y el saqueo, como no hemos dejado de hacerlo en cien años.

Entre tanto, la oposición venezolana está más preocupada por el destino y administración del dinero, pero no del origen del mismo. Por eso siempre he dicho que estamos rodeados de extractivistas y saqueadores, aplastadores de la esperanza que algunos tenemos en el ecoturismo y agroturismo, nos convidan a la pérdida del interés por la salvaguarda de los bosques y las culturas que aún nos quedan. Dan pena.

¡Auxilio Venezuela!, no hallo a quién invocar sino a ti misma; tus hijos de todos colores te devoran, por eso pido a lo más hermoso y elevado de tu espíritu, mueva las fuerzas del universo para que la luz desnuble y aclare nuestra razón y la razón de quienes pretenden gobernarte.

¿Estaremos todavía a tiempo de comprender este asunto sin caer en diatribas político partidistas?, ¿será posible que todos aportemos con genuina urgencia para frenar esta barbarie institucionalizada por tantas décadas?, ¿qué estás haciendo tú al respecto?

Es contigo, es con todos, ¡por favor actuemos!

@samscarpato

Código: 02-2016-0136

Para citar este escrito: 

SCARPATO, Samuel. (2016). Venezuela necesita más dinero o mejor administración. Primera publicación en fecha 28-Feb-2016 en el medio Facebook. Segunda publicación en fecha 29-May-2016. Consultado en fecha (día)-(mes)-(año). Disponible: https://samscarpato.com/venezuela-necesita-mas-dinero-o-mejor-administracion/