Paren el tren que me quiero bajar

Visitaba hace algunos años un país que me albergó un tiempo antes por unos cursos de doctorado que me tocó hacer, desde donde veía a sus ciudadanos quejarse de su particular crisis. Quise retratar el gesto de desespero sin darme cuenta que estaba retratando anticipadamente lo que sería la sociedad de mi país, nuestra propia crisis a la vuelta de la esquina.

¡Ya coño, ya!, vamos a parar esta barbarie y entendamos que todos debemos empujar juntos para lograrlo, con un sobreesfuerzo que muchas veces superará nuestra natural capacidad individual.

Tengo dos amigos “bachaqueros” (término dado en Venezuela para significar a los vendedores informales que esconden en sus casas ciertos productos altamente demandados y los revenden a precios exorbitantes). Uno de ellos es un vecino que defiende a morir al gobierno nacional, mientras la otra persona es una compañera de trabajo que habla hasta rabiar lo peor del gobierno de mi país. Ambos reflejan contradicciones que no logro entender.

El gobierno se refugia en la excusa del fenómeno de “El Niño” para justificar las prolongadas sequías y el déficit de agua potable en nuestros centros poblados sin enfrentar el problema de la destrucción de nuestras cuencas hidrográficas. Al mismo tiempo, ante la caída de los precios del petróleo, se ha potenciado la explotación del oro, el coltán y los diamantes, cuyos yacimientos están precisamente bajo sensibles áreas de selva tropical que sustentan el ciclo hidrológico en el país, así como bellezas escénicas ofertables como atractivo turístico.

Ante la emergencia financiera que vive el país, la ministra de turismo ofrece innumerables créditos a empresarios que operan aquí, para con ello apalancar la diversificación productiva que tanto necesitamos para salir del atolladero. Me halo los cabellos con sorpresa al darme cuenta que aún no han comprendido que nuestros problemas ya no se resuelven con más musculatura financiera, sino con inteligencia organizacional.

Señora ministra, permítame la advocación política; interceda usted a favor de la seguridad en nuestros campos, créame que acabando con la delincuencia usted logrará potenciar el turismo venezolano a la ene potencia. Ya no se trata de más dinero, sino de inteligencia contextual e inteligencia sustancial. Seguridad, infraestructura vial, infraestructura de servicios, calendarios y contenidos escolares adaptados al desarrollo de cada localidad, bellezas escénicas más cuidadas de lo normal, son algunas de las variables básicas para que se desarrolle el turismo “por sí solo”, sin financiar más hoteles y posadas.

Vuelvo al espacio universitario para gritar a mil voces desde allí, casi implorar a mis colegas profesores, investigadores y autoridades que, ante tan evidente crisis que vivimos, requerimos activar con urgencia el ingenio creativo. Llevo años diciendo que no podemos seguir promoviendo investigaciones (tesis doctorales, trabajos de grado, trabajos de ascenso, artículos científicos, investigaciones varias e informes de pasantías o prácticas profesionales) sobre temas conocidos y, muy en especial, sobre herramientas conocidas o, al menos, aquellas que demostradamente no han contribuido con la solución de nuestros problemas.

Necesitamos intervenir, incidir e impactar sobre la realidad productiva que nos rodea y para ello, nada mejor que dar nuevos y arriesgados pasos con las mismas y restringidas fuerzas de las que disponemos: nuestro ingenio. ¿Alguien duda lo que digo?, vaya a la sala de referencia de las bibliotecas de nuestras universidades y verifique usted mismo la proporción de informes con verdadero ingenio creativo para abordar resolutivamente problemas locales, versus informes que hablan más de lo mismo o en todo caso no hacen más que regurgitar viejas teorías.

De parte y parte, la sociedad política venezolana en la medida que se divide y enfrenta, fracciona y ralentiza por igual las bases productivas del país. Sin excepción todos somos afectados, pero también todos formamos parte de los círculos viciosos de la queja y la esperanza mal entendida: me refiero a siempre esperar que otro resuelva por nosotros.

Ya basta de caminar en círculos, pero en caso que tengamos que circular que sea en espirales abiertos y evolutivos para que, cuando pasemos por situaciones con visos o rasgos similares, hayamos aprendido de la experiencia y nos encontremos muy por encima de dicha situación. Un enorme espiral de luz que se abra al cielo, a partir de nuestro ingenio y buen ánimo. Convirtámonos en eso.

¡Vamos que sí se puede!, ya basta de quejaderas, ¡ya coño ya!, basta de frenar el ingenio creativo de quienes insanamente consideramos contrarios. Esto nos va a costar, pero nos va a costar menos y tardaremos menos tiempo en salir de la crisis si todos remamos juntos.

Ya se ve la luz al final del túnel. ¡Rememos con fuerza, carajo!

@samscarpato

Código: 02-2016-0133

Para citar este escrito: 

SCARPATO, Samuel. (2016). Paren el tren que me quiero bajar. Primera publicación en fecha 29-Ene-2016 en el medio Facebook. Segunda publicación en fecha 29-May-2016. Consultado en fecha (día)-(mes)-(año). Disponible: https://samscarpato.com/paren-tren-me-quiero-bajar/