Agradecido por el artículo que recomienda mi amigo Fernando Torre, respecto a que la pobreza no sólo se debe medir a partir de los niveles de ingresos. Definitivamente el deterioro ambiental y de la dignidad humana, al tratar de conseguir esos ingresos para que produzcamos más y no seamos pobres, debe ser la clave para reacomodar las fórmulas e indicadores de crecimiento económico de las familias (microeconomía) y de las naciones (macroeconomía).
He visto tantas situaciones en las que la pobreza, en su acepción tradicional, realmente disminuye (bien por esos gobiernos preocupados por este terrible caso), pero, ¿qué sucede cuando la dignidad humana es vulnerada para la consecución de este tremendo logro?
Vulneración implícita: ¿acaso puedo pensar contrario -disentir- dentro del conjunto de estructuras y superestructuras que me emplean y de las que financian a quienes me emplean?, ¿puedo disponer de mi dinero y decidir con honradez la manera y el momento que deseo, dispongo y necesito hacerlo? Tirios me dicen qué consumir, pero troyanos no me dan opciones, ¿entonces? De igual forma, tirios no me dejan disentir, pero troyanos me aplastan, ambos no estimulan (para bien) la movilidad social, que lleva tiempo estancada.
Vulneración alterna. Me refiero a los costos colaterales del crecimiento económico. El nivel de vida medido a partir del nivel de ingresos, por tanto el nivel de consumo, así sea el acceso a más y mejores servicios, demanda ingentes cantidades de recursos naturales que comprometen y devastan nuestras reservas de vida a un ritmo sin precedentes en los últimos milenios. Además, la contaminación asociada a la extracción, procesamiento, distribución y consumo de estos recursos, no deja duda de la gravedad de la huella ecológica.
Estamos entrampados. Tirios y troyanos proponen modelos destructivos y un poco menos destructivos, me refiero con estos últimos a los menos evidentes (gestiones verdes), que igualmente comprometen nuestras reservas de vida. No nos dan opciones, se trata de un agotamiento del modelo desde hace décadas, izquierdas y derechas destruyen por igual el planeta, unos contaminan junto a tu vivienda porque las regulaciones de sus países no se los impide (al menos la impunidad se los permite), otros contaminan a miles de kilómetros extrayendo el petróleo, el cobre, la bauxita, el biodiesel, la madera o el salmón, mientras en casa disfrutan de “sellos verdes” en su gestión local y municipal porque en sus ciudades se circula preferentemente en bicicleta, es decir, que otros contaminen por mí para extraer lo que yo necesito para vivir.
Huella ecológica. Si seguimos el rastro aguas arriba de absolutamente cualquier gestión verde, nos daremos cuenta que en algún momento el sello de esa gestión se rompe, y sin embargo, aguas abajo el asunto no es muy mejor. No se trata de productos limpios y hermosos, de ciudades limpias y hermosas, pero tampoco de las evidentes ciudades sucias y desordenadas, se trata que ya no podemos seguir valorando el éxito y la prosperidad de las naciones a partir de las suicidas fórmulas que valoran el crecimiento ilimitado.
No sólo se trata de ahorro. Definitivamente no se trata de producir más con menos, o de comprar más con menos. Se trata de consumir lo justo y de valorar el desarrollo conforme patrones entrelazados al eje, a las vértebras y al sistema nervioso de la Madre Tierra. No hay otra opción. Tarde será cuando los burócratas de la ONU y los burócratas que gobiernan y planifican en nuestros países se den cuenta porque, en su caso, el problema les estallará en la cara por igual.
@samscarpato
Código: 11-2014-10006
Para citar este escrito:
SCARPATO, Samuel. (2014). Sobre cómo se debe medir la pobreza más allá de los niveles de ingresos. Primera publicación en fecha 28-Ene-2014 en el medio Facebook. Segunda publicación en fecha 26-Dic-2015. Consultado en fecha Día-Mes-Año. Disponible: https://samscarpato.com/sobre-como-se-debe-medir-la-pobreza-mas-alla-de-los-niveles-de-ingresos/