Propongo una sencilla exposición, no apta para fanáticos ni para académicos, pero dirigida especialmente a los que pujan para un lado sin saber que pujan para su propio precipicio.
Quiero hablar un poco del origen de este embrollo en el que estamos metidos muchos países, en el que aún confundimos términos como liberalismo, neoliberalismo, liberales, conservadores y, para colmo, los que alaban a próceres y a los padres de las revoluciones políticas pero hoy promueven el estatismo, como también los que, desde el extremo del libre mercado, igual llegan al inicio del ciclo que nos llevó a las primeras revoluciones. Entonces, ambos extremos nos regresan al primitivismo de la dependencia y a la ignominia de conformarnos estúpidamente con el letargo o la destrucción de la inventiva humana.
Ordenaré esta exposición, a propósito de un nuevo natalicio del Generalísimo Francisco de Miranda y Día de la Masonería en Venezuela, tratando de hilvanar algunas causas que degeneraron en las consecuencias que vivimos en Latinoamérica y, especialmente, en Venezuela. Cuando digo “algunas causas” espero comprendan que no hablaré mucho de otros factores, como que fueron las familias ricas, mantuanos, blancos de orilla, los que, apoyados en el grito liberal, auparon la independencia de todas nuestras naciones; entonces, nuestra supuesta guerra de independencia no fue en esencia un asunto ideológico sino económico, pero ese es otro tema, aún cuando no deben perderlo de vista (porque hoy día la historia se repite).
I. DE LA NECESIDAD DE HACERNOS LIBERALES
Cierto es que el hombre, como género de la naturaleza, ha querido siempre ir más allá de sus limitaciones y eso nos hace increíblemente especiales. La explosión del renacimiento en los siglos XV y XVI, y más aún sus “hijos” en la Ilustración en los siglos XVII y XVIII, tuvieron la enorme responsabilidad de, literalmente, emanciparnos del restrictivo y mágico control de la iglesia y la monarquía. No había creación, agrupación, comercio o inventiva de cualquier tipo, que no estuviese supeditado a los designios de la iglesia y de la nobleza o, al menos, trataban por todos los medios, desde los más “legales” hasta los más brutales, de intentar controlarlo. Tenía que llegar el grito de libertad, y ese fue el grito liberal, más en lo político en Francia y tanto más en lo económico en Inglaterra.
La iglesia y la monarquía, por más que se resistiesen, no pudieron frenar el avance del pensamiento autónomo y del Liberalismo. Una vez sueltas las amarras de lo que quedaba de mágico oscurantismo, los avances en la ciencia, la industria, la medicina y la economía, fueron grandiosos, así como grande también ha sido el daño al medio ambiente y a muchas culturas del mundo, pero ese es otro tema. Hoy estamos hablando del grito liberal. Así, los siglos XVIII y XIX fueron tiempos de demandas liberales por casi toda Europa y luego por toda América y, eventualmente, otras partes del mundo.
II. DE LA “IZQUIERDA” Y LA “DERECHA”
Ante las severas limitaciones que la iglesia y la monarquía imponía a quien buscase crear nuevos estilos, nuevas instituciones y una nueva humanidad, era obvio que había que conversar y fraguar estos avances de manera discreta y eventualmente secreta. Las logias masónicas y otros espacios para promover el libre pensamiento, fueron los lugares donde se acrisolaron las mayores propuestas científicas y políticas del momento. La constitución masónica de inicios de siglo XVIII en Inglaterra (Constitución de Anderson), sirvió puertas afuera décadas luego para materializar las bases de casi todas las constituciones de nuestras repúblicas europeas y americanas. En Francia también se hacía lo propio. Los parlamentos masónicos salieron a la luz y se hicieron públicos y cotidianos tiempo después de la Revolución Francesa. Ya para entonces y, aun cuando todos los parlamentarios estaban de acuerdo en el grito liberal, décadas antes se constituían grupos más radicales unos y más moderados otros.
Los radicales eran los jacobinos y los moderados (eventualmente conservadores) eran los girondinos. Casualmente, en el parlamento francés, los jacobinos se sentaban a la izquierda y los girondinos a la derecha (visto desde el pórtico), por eso la tontería de separarnos políticamente en “izquierda” y “derecha”. Ambos liberales en esencia, contra el control de la iglesia y la monarquía sobre nuestros designios, sin embargo los girondinos tempranamente se inclinaron a no cortar abruptamente los lazos con el pasado y pactar transiciones menos radicales.
III. DE LAS LOCURAS DE UNOS Y DE OTROS
Jacobinos de entonces, sugerían que había que acabar con lo instituido y crear un nuevo orden en todos los sentidos. Tenía mucha lógica la propuesta, pero en la práctica fue en ciertos casos muy radical y violenta. La historia nos demostró que necesitaron de la capacidad de diálogo y negociación de los girondinos para establecer acuerdos más sensatos e incluyentes. En todos los tiempos y en todas las latitudes, hemos tenido ideólogos más radicales (jacobinos o influenciados por ellos) como Simón Rodríguez, Simón Bolívar, Karl Marx, así como ideólogos más moderados (girondinos o influenciados por ellos) como Francisco de Miranda, Andrés Bello, José de San Martín, Bernardo O’Higgins. Los moderados girondinos, a pesar de estar ganados a la idea liberal, no tuvieron problemas en que continuase existiendo la monarquía pero, contrariamente, se propusieron profundizar la idea de la no intervención de lo que hoy conocemos como Estado en los asuntos económicos y, al menos en Inglaterra, se dio la convivencia entre fuerzas antaño contradictorias, pero luego simbióticas. Los girondinos entonces propugnaban el orden, la codificación de las nuevas normas, constituciones cada vez más liberales, pero cuyas transiciones no fuesen violentas.
Esta especie de movimientos acomodaticios, poco a poco llevó a instituir lo que un siglo después llamamos Neoliberalismo (exacerbación de la no intervención del Estado en asuntos jurídicos y especialmente económicos) donde, esencialmente, se liberaron las clases pudientes a costa en muchos casos de la peor depauperación del pueblo llano. Por su parte, las ideas jacobinas estuvieron en parte de acuerdo con los girondinos en cuanto a la creación del tercer estado (ya no el imperio de la iglesia, ni el imperio de la monarquía, sino ahora el imperio de la ley y de los hombres libres), no obstante había que liberar al hombre de la opresión del hombre, por eso la idea del cuarto estado, donde el pueblo tome el poder. Estos hermosos tratados escritos, pero inviables experiencias en la práctica, derivaron en el control central del Estado para bien de las mayorías. Entonces, ya los medios de producción no estarían bajo control de las clases empresariales sino del Estado, lo cual rompió con el genio liberal de la inventiva permanente y centró (cual iglesia y cual monarquía) los designios nacionales en el buró de los partidos de masas.
IV. DE LAS ENSALADAS QUE NOS ARROPAN
Ambas experiencias nacidas de un mismo grito liberal, construyeron históricamente extremos que nos han llevado desde los neoliberales o “sálvese quien pueda”, es decir el dominio del más fuerte, hasta el grito de los estatistas (mal llamados comunistas y socialistas) de “sálvese quien se arrope bajo mi amparo”. Ambos extremos han sido insustentables en el tiempo por la inviabilidad de sostener sus modos de producción y de distribución de riquezas. Han demostrado ser un fracaso en la conservación del medio ambiente, pero también ambos han sido arrolladores de culturas sensibles a la presión de sus avasallantes aplanadoras ideológicas y productivas. En esencia, cualquier hombre libre es, y debe ser, liberal. Pero lo incomprensible es el extremo al que nos han llevado los egos y la estupidez humana de quienes sesgaron los esfuerzos por emanciparnos del oscurantismo y, en los dos últimos siglos, nos han echado a pelear por insulsas y confusas causas que se entremezclan mientras nos hacen creer que pujamos hacia distintos senderos, cuando en realidad pujamos hacia el mismo precipicio, hacia el mismo suicidio colectivo. Cuando escuchas hablar a políticos de aquí y de allá, a activistas de aquí y de allá, te das cuenta de la ensalada de conceptos que no hacen más que perturbar la tranquilidad de quienes en silencio tratamos de trabajar por un nuevo mundo, al menos más sustentable.
V. DE CÓMO SALIR DE ESTE EMBROLLO
A mi modo de ver, es tan estúpido irse a la “izquierda” como a la “derecha”, pero tampoco se trata de quedarse neutral o en el “centro” tomando un poco de cada uno. No se trata de eso. Debemos trazar premisas que gobiernen la tendencia de cualquier ley o de cualquier proyecto, hacia la pervivencia de las condiciones que hacen posible la vida en el planeta, más no hacia la sobrevivencia humana. La visión teocéntrica, sustituida liberalmente por la visión antropocéntrica, nos empujó hacia la aceleración de la posible desaparición de la especie humana, pero también de numerosas especies en el planeta. Entonces, ya no debemos seguir al hombre y sus locuras.
Los códigos religiosos, políticos y culturales, deben reestructurarse y desarrollarse en función de protocolos que atesoren, sí o sí, la vida en la Tierra. Repito, no se trata de salvar a la humanidad, sino la vida. Se trata de algo mucho más amplio que centrarnos en la humanidad, así no habrá necesidad de enredarnos en centenares de miles de leyes que agregan las decenas de miles de códigos que rigen a los más de doscientos países que pesan sobre este mundo. Queremos más bien un filtro que condicione absolutamente cualquier constitución, cualquier ley, cualquier proyecto o relación. Imagínense que en un parlamento, se pregunte: “¿esto favorece la vida en el planeta?”, “¿sí o no?”, “¿Sí?”, “¡entonces aprobado!”. Trabaja contigo mismo, con tu pareja, tu vecino, y deja ya la estupidez de separarnos por ideologías que nos empujan al mismo precipicio.
VI. DE POR QUÉ LES ESCRIBO ESTO
Esto pareciese tonto, pero si no optamos por algo así, no habrá democracia ni libertad que valgan, pero tampoco desarrollo que valga. No sé si he sabido explicarme. Por ejemplo, en los Países Bajos o en cierta nación escandinava, no hay delincuentes, pero hay un índice espantoso de generación de desechos sólidos. Alemania y Chile son países altamente ordenados, pero en el primero el consumo energético y la succión monetaria a sus vecinos, crea mortales desequilibrios para el resto de Europa y, en el caso chileno, debes endeudarte de por vida para pagar tus estudios universitarios.
Brasil es el país más desarrollado de la región, pero la Amazonía se reduce a una velocidad que ya sobre pasa las 20 hectáreas por minuto. En Venezuela ha habido más consumo por persona de whisky o de teléfonos Blackberry en el mundo, además, la mitad de su población estudia (lo que sea, pero estudia), pero la delincuencia es incontrolablemente alta. EE.UU. literalmente se traga un tercio de la energía y los recursos del planeta, pero no albergan siquiera al seis por ciento de la población mundial.
¿Ya tienes idea de por qué escribo esto? Las universidades latinoamericanas llevan veinte años pensando cómo incluir la variable ambiental en sus programas de estudio y la ONU junto a sus órganos adscritos, recomienda que hagamos algo o no sobreviviremos más allá del siglo XXI, ¿a qué insensata mente se le puede ocurrir que aún podemos seguir destruyendo el planeta al mismo ritmo y sobrevivir otros cien años? Esto no se trata de esperar el colapso (que a mi modo de ver ya sucedió) para hacer los cambios, pero tampoco de apoyarnos en los próceres de la independencia para lograrlo. Hay que hacer los cambios y ¡hacerlos ya!
Finalmente, les pido abran sus mentes al espíritu infinito para que se dejen impregnar por la hermosa luz universal y puedan así, literalmente, pasarse el interruptor y lograr el cambio sin más pretexto que tu fuerza de voluntad por dejar de fumar ya, de pasarte a comer sano ya, de alentar a todos a tu alrededor, de minimizar el consumo energético o de no discutir más boberías político-partidistas; se trata de abocarnos de una vez a ampliar el sendero de la vida y de perpetuar las condiciones que la hacen posible. Por otra parte, propongo que los pensadores repetidores de siglos pasados, se sumen al cambio de conciencia que buscamos y construimos con creatividad y alegría. Salte de la caverna de los partidos y de las academias, y ayúdanos a reverdecer de nuevo los valles de nuestro hermoso planeta.
@samscarpato
Código: 02-2013-0065
Para citar este escrito:
SCARPATO, Samuel. (2013). ¿Cómo salir de este enredo?, algo de Miranda, masonería y política sustentable. Primera publicación en fecha 28-Mar-2013 en el medio Facebook. Segunda publicación en fecha 30-Mar-2017. Consultado en fecha (día)-(mes)-(año). Disponible: https://samscarpato.com/salir-este-enredo-algo-miranda-masoneria-politica-sustentable