Más que náufragos, son cientos de miles los que mueren en los flujos migratorios

FLUJOS MIGRATORIOS NAUFRAGIOS

Quisiéramos pensar que existen profundas y menos sesgadas perspectivas de análisis de problemas públicos en Europa, lamentablemente no abundan. El europeo promedio tiene pocas nociones vivas de la existencia de “otro mundo conocido” más allá de las convenientes y pinceladas fronteras geográficas, así como de los históricos y fosilizados límites cognitivos que ha impuesto el viejo continente como epicentro mundial de la forma autorizada por la cual interpretar la cultura y el humanismo.

¿Es esto egoísmo?, no lo creo, tal vez sea sentido de pertenencia que mantienen muchos ciudadanos de este continente. Sin embargo, Europa y su gente pudieran hacer más esfuerzos por salir del medioevo y comprender que la forma por la cual miden sus tragedias no debería comenzar en su minimalista alcance espacial. Hacernos creer que las tragedias migratorias sólo se expresan en sus fronteras, es tan absurdo como pensar que los alimentos nacen en el refrigerador de donde los tomamos para sentarnos a desayunar.

Alcance del drama migratorio

Los flujos migratorios no comienzan y terminan al timbrar un pasaporte en la aduana, tampoco se trata de los irregulares trayectos por los cuales miles de almas encarnadas intentan franquear ilegalmente las efímeras barreras físicas que, de modo ingenuo, se imponen entre naciones. Esto es apenas el minúsculo final o la punta vagamente visible del iceberg socioeconómico y humanitario que yace tras este complejo e incomprendido drama global.

La conmoción pública se centra en las miles de personas que cada año dejan su vida en las icónicas fronteras, como el Mediterráneo, Europa del este o el río Bravo en Norteamérica. ¿Cuántos mueren al intentar entrar en Europa o a los Estados Unidos?, de los que sobreviven ¿cuántos más logran entrar ilegalmente? Otros conocedores de la materia, más conscientes de la complejidad de estos flujos, centran su mirada en la enorme e intrincada red del tráfico de personas; esto multiplica por mil los números del drama. Hasta allí llegan los expertos, casi nadie apunta al primer origen de la estructura.

Si anualmente miles mueren intentando traspasar las fronteras y decenas de miles logran entrar, entonces, en el entramado indirecto, son centenares de miles las víctimas que pagan con la esclavitud sexual y de todo tipo, con el terror, el despojo de tierras y propiedades en sus países de procedencia, junto al endeudamiento perpetuo de familias enteras que se sacrifican por aquellos miembros que buscan emprender la travesía. Así, se va asomando de a poco la ancha y pesada pirámide que está bajo el drama aparente, sin llegar todavía a la gigantesca base de motivos que empuja a millones a considerar escapar y desplazarse.

El eurocentrismo debe abrir más su mirada

Es aquí donde avezados eurocentristas juegan a poner en entredicho nuestra inteligencia, al fijar su atención en los naufragios y en la migración ilegal, sin darle la justa acepción de origen al flujo migratorio. Desplazados climáticos, desplazados de guerra, desplazados por dictaduras, corrupción y otros motivos políticos, desplazados por narcotráfico, desplazados por crímenes de odio y desplazados por economías que destruyen la naturaleza para entregar sus materias primas sin ningún valor agregado a países desarrollados que imponen contratos leoninos que expolian y endeudan a las naciones cada vez más empobrecidas, todo lo cual conforma, en suma, algunas de las decenas de modalidades y causas del desplazamiento.

¿En serio a Europa le preocupa la creciente migración ilegal? Si apuntásemos más a las causas de fondo con justicia y transparencia, pudiésemos tender puentes de cooperación tecnológica, veeduría democrática, justicia económica y auditoría ambiental que den marcos de acción conjunta derivados a su vez de las grandes políticas de responsabilidad social de las naciones que no sólo presumen sus respectivos Estados de bienestar, sino la forma egocentrista de exacerbar a conveniencia sus cercanos nodos críticos dentro de los flujos migratorios.

Por razones ambientales, se pecha la agricultura brasilera y argentina, mientras las empresas europeas incrementan la adquisición de manufacturas baratas a China, el actual mayor contaminante mundial. Se sancionan los hidrocarburos rusos, disparando así la inflación de los precios de productos energéticos y de fertilizantes a escala global, mientras se continúa comprando uranio enriquecido a esta nación supuestamente sancionada, ¿no es esto hipocresía?

Se critican con fuerza a gobiernos poco democráticos en Asia, África y América Latina, a la vez que se siguen comprando materias primas a conveniencia a dichos regímenes con opacidad en la administración de sus recursos y la gestión de los derechos humanos. Se incrementan los aranceles a productos alimenticios importados, sin incentivar a los agricultores locales (europeos) a través de servicios de apoyo directo al productor, que sean gratuitos, integrales y sostenidos, empujando a toda Europa y buena parte del mundo al desabastecimiento y a la creciente inseguridad alimentaria.

Redimensionando el problema y las soluciones

En cada intento de desembarco, no son ochenta y seis, ciento cincuenta ni trescientos náufragos fallecidos en las costas Italianas y otras partes del Mediterráneo, son cientos de miles, posiblemente millones, los que mueren en los flujos migratorios, aunque no nos atrevamos a levantar la alfombra y observar de cerca los impactos negativos de nuestras políticas públicas en apariencia proteccionistas que contribuyen a profundizar las causas que subyacen tras el aparato noticioso que busca cautivar nuestra atención y distraer el sentido común ciudadano.

¿Quieres reducir los flujos migratorios, especialmente aquellos ilegales? Son tantas cosas que puedes hacer, como redirigir el “problem solving” a las causas de fondo y no a las superficialidades de las consecuencias que buscamos atender de forma tardía. Hazles acompañamiento a los proyectos que las familias de los migrantes emprenden en sus países de origen, ayúdalos a enraizar y multiplicar el PIB local, esto permitirá que mejore su situación y no se incrementen en origen los motivos del desplazamiento. No creas que es altruismo, es una razonable política de cooperación no financiera para aminorar el problema.

Ampliemos la visión y contribuyamos a mejorar de manera más integral la situación que sigue siendo cada día más compleja y dinámica, por lo cual debemos abordar cuanto antes la raíz del problema. Para ello, debes comprender que existe un vasto y diverso mundo más allá de Europa, lejos de las insulsas fronteras que nos quieren imponer mientras otros se aprovechan del drama migratorio.

De muchas formas, somos todos migrantes.

Samuel Scarpato Mejuto
Ítalo venezolano, PhD en Ciencia política, fue por 17 años profesor de teoría administrativa y gerencia ambiental en una facultad de economía en Venezuela, siendo por más de 20 años investigador en desarrollo sustentable y seguridad alimentaria, además de voluntario indigenista y ecologista en campos y selvas de gran parte de Suramérica. Actualmente se dedica a escribir, radica en la ciudad de Torino, Italia, luego de un complejo proceso migratorio.