Los hijos afortunados de mi pueblo reprimen a mi pueblo

Por muchos años, hemos hecho creer a los efectivos militares y policiales que son los hijos predilectos de la nación por ser quienes arriesgan sus vidas todos los días por salvar las vidas de los demás.

Poco a poco el despertar de la colectividad ha ido permeando las fibras de las instituciones, lo cual nos pone en franca ventaja para profundizar y encauzar el mensaje.

José Francisco el chamarrero, pidiendo a la Madre Tierra por la paz. Quebrada Mucubají, a los pies del Mucuñuque, Andes venezolanos.
José Francisco el chamarrero, pidiendo a la Madre Tierra por la paz. Quebrada Mucubají, a los pies del Mucuñuque, Andes venezolanos.

Los agentes que ayer y hoy reprimen por defender la patria, realmente son también hijos de mi pueblo. Nunca se había visto tanta cantidad de “desertores” pasándose a las filas de la paz, de los que se indignan por un sistema injusto. Por eso les digo que llegó el momento de variar los mensajes y luchar con menos violencia.

La violencia trae más violencia, y el argumento al sistema para continuar reprimiéndola. No se trata de cooperar con el régimen, ya Mahatma Gandhi demostró que no se debe cooperar con el que arremete contra ti y contra tu pueblo, pero tampoco debes responder violentamente porque alargará el ciclo.

Veo con preocupación a muchos jóvenes “luchando” contra el sistema al lanzar piedras y resistir valientemente las bombas lacrimógenas, luego los he visto ir al cine a disfrutar una película taquillera y cenar en McDonalds, eso es gravemente incongruente. No se lucha contra un sistema alimentándolo con odio (el mejor alimento) o con dinero (otro gran alimento). Por ello invito a que estudien, profundamente estudien, y comprendan más allá de los 360°, más allá de las dimensiones aparentes.

Hace más de un siglo, Oscar Wilde sentenció que “el patriotismo es la virtud de los sanguinarios”, y ciertamente nos han enseñado a luchar por la patria, que a su vez es una parcela hija del odio al hermano, que rompió con la madre que se acostó con el vecino que ofreció un mundo mejor, barriendo lo que había, así es el sistema imperante por miles de años y no ha dejado de serlo.

Aceptar una barrera racial, religiosa, social y política, implica que ya aceptaste tu conformidad con un sistema represor. Atrévete a mirarle la cara al represor y “sembrar un clavel en su bayoneta”, demostrándole que no es hijo del sistema, sino hijo de tu pueblo, por lo tanto debe defender a tu pueblo y a nuestros recursos naturales a favor del pueblo mismo.

Para muchos, les estoy pidiendo un imposible, un sacrilegio, un agravio contra el juramento de venganza eterna, pero para quienes sabrán comprenderme, les pido con mucho amor, no darle alimento a las fuerzas oscuras que se crecen con nuestro odio y venganza.

Estos momentos de tribulación que vivimos en el mundo entero necesitan una ayuda, un empujoncito para lograr el parto retardado de la nueva era, esa que indefectiblemente llegará por nuestro calor humano, nuestro calor de tierra, nuestro calor de pueblo.

Código: 02-2011-0016

Para citar este escrito: 

SCARPATO, Samuel. (2011).Los hijos afortunados de mi pueblo reprimen a mi pueblo. Primera publicación en fecha 15-Dic-2011 en el medio Facebook. Segunda publicación en fecha 11-Jul-2017. Consultado en fecha (día)-(mes)-(año). Disponible: https://samscarpato.com/los-hijos-afortunados-pueblo-reprimen-pueblo/