Hemos sido testigos de los cambios que han dado muchas universidades en el mundo, a razón de reconocer que no podemos seguir estandarizando los métodos de enseñanza, diseños en la infraestructura educativa, las normas, procedimientos, contenidos académicos y la vocación docente por comprender la enorme heterogeneidad en ritmos y capacidad de asimilación de contenidos académicos por parte de los estudiantes, pero también en el trato y el diálogo diferenciado que bien merece nuestro estudiantado para sacar mejor y mayor provecho del proceso de formación y acreditación educativa.
Todo apunta a la institucionalización de las actualizaciones en esta materia, donde la progresividad de los derechos humanos no puede ser frenada por la falta de sensibilidad de todo un sistema, en el que los profesores tal vez somos los que eventualmente frenamos o retrasamos dichos avances.
Siempre fui un estudiante disfuncional (desde la óptica de la estandarización educativa), padecí de un pronunciado déficit de atención y dislexia muy marcada, aparte de cierta dificultad para coordinar en algunas disciplinas deportivas, que hoy gracias al apoyo de algunos amigos especialistas hemos reconocido como asperger, entonces, jamás supe que era un tipo de autista, ni menos que tenía enormes cualidades o capacidades para el manejo de ciertas situaciones. El sistema se encargó de hacerme ver las limitaciones, más que las cualidades positivas.
Aparte, nunca pude doblar mis dedos pulgares, eso me traía otro tipo de problemas y burlas que no vienen al caso explicar. El asunto es que ahora como docente veo todo desde otra perspectiva, desde el Samuel niño, adolescente y joven estudiante, que fue genio para algunas cosas y torpe para otras, ensimismado al colmo del ostracismo y el aislamiento, donde familiares, amigos y parejas me proveían los mayores reclamos porque jamás tuve noción que mi aislamiento les afectaba.
Reconocerse es importante para reconocer a otros y poder así establecer salidas viables a lo que no debe convertirse en un problema sino, más bien, en una gran oportunidad de desarrollo. Para eso es que estoy iniciando un proyecto vivo de investigación científica con compañeros que han pasado por situaciones más o menos similares o que en general deseen cooperar en esto.
No es lo mismo investigar desde la perspectiva de quien nunca padeció una “anormalidad”, que hacerlo desde la experiencia propia, pero también de los familiares y amigos de quienes la experimentan. Por eso invito a la comunidad universitaria a incorporarnos a una revisión de lo existente, y a atrevernos a la innovación de lo que deba sugerirse y acometerse.
Para ello, el martes 21 de abril 2015, a las 11:30 am, en el aula 011, planta baja del DCEE (Antiguo DAC) de la UCLA, se realizó un conversatorio sistematizado para dar inicio a un proyecto de investigación – acción con el empleo de un cruce múltiple de perspectivas, tendiendo a consolidar una experiencia que seguro será para bien de todos. ¡Mil gracias!
Agradezco igualmente a Adriana Estrada, aventajada estudiante, además de poco convencional, por atreverse a acompañarme en esta investigación, también a Isamar Vásquez, mi estudiante más inquieta, por ser vivo ejemplo de entusiasmo y buena dedicación a pesar de las vicisitudes que la vida le ha puesto al frente, gracias por sumarse al proyecto. A mi bella amiga de tantos años, Marianny Linarez, por ofrecerme su apoyo en esto, más habiendo pasado ella por una de las situaciones más patentes y ejemplificantes en nuestra universidad.
De corazón, ¡gracias!
@samscarpato
Código: 02-2015-0128
Para citar este escrito:
SCARPATO, Samuel. (2015). Diversidad funcional o discapacidad institucional. Primera publicación en fecha 19-Abr-2015 en el medio Facebook. Segunda publicación en fecha 14-May-2016. Consultado en fecha (día)-(mes)-(año). Disponible: https://samscarpato.com/diversidad-funcional-o-discapacidad-institucional/