Mi hijo preguntaba si el fascismo es de derecha o de izquierda, yo le decía que no es de derecha ni de izquierda, pero podía serlo por igual. “Se trata hijito, del totalitarismo y el autoritarismo disfrazado de amor a la patria y emoción política, pero también de feligresía religiosa, del odio contra el enemigo, absolutismo jurídico y de implantes científicos en nuestra conciencia, todo lo cual es lo mismo, un atentado contra el libre pensamiento, contra la cooperación dentro de la heterogeneidad y un insulto a la inteligencia humana”, le dije.
– Entonces el fascismo está en todos lados, en la escuela, en los reglamentos, me insinuaba el chiquillo.
– Efectivamente, hasta del lado de los que combaten el fascismo y dicen hacerlo por tu bien, le contesté.
En eso me lanza una pregunta insólita:
El bullying también es fascismo.
“¿El fascismo también está en las medicinas?”, antes de hacer burla de su conjetura (lo cual es otra expresión de fascismo –el bullying–), le contesté que sí, las medicinas y las leyes pueden ser muestras de fascismo siempre que se impongan a razón de lo que supuestamente hace bien pero que en realidad (el sentido común y los resultados) demuestran que hacen daño.
Bajé la cabeza y me di cuenta que cualquier pregunta o conjetura es válida, y el hecho de no darle paso al creativo ingenio de un niño, es otra forma de fascismo.
Traté de extrapolar esta situación a decenas de ejemplos en nuestra vida cotidiana, nuestro desempeño laboral y la sociedad política en nuestros países, para llevar a mi hijo a un paseo simbólico e imaginario por diversos momentos en que pareciese imperceptible el fascismo cotidiano.
Expresiones donde menos te las esperas.
Le mostré, por ejemplo, una nota de prensa que expresa que en Arabia Saudita, que es un Estado confesional (la religión por encima de la ley) se ha emitido una fetua para prohibir el ajedrez por considerarse una práctica anti islámica, aun cuando en Irán (otro Estado confesional) el gran Ayalotá dio marcha atrás a esta prohibición (sin que ello me haga defender a alguna de las partes).
También hablamos de su primera comunión y de cómo los preparadores del cursillo cristiano le dijeron que si quería entregarse a Jesucristo, “debía dejar las tontas creencias en duendes y hadas, porque eso es de hogares diabólicos”, esa es otra forma de fascismo, le dije.
Hablamos de las leyes y los decretos que se ajustan a la ideología de los gobernantes y de la actitud que toman estos líderes cuando no se les apoya al cien por ciento; consideran enemigos de la patria (o de la institución donde se presente la situación) a quienes emitan alguna crítica o sugerencia de cambio o mejoramiento de dicha ley o decreto.
Formas encubiertas.
Del fascismo a veces puedes escapar y otras veces no. Cuando la ley oprime a razón de lo que los legisladores consideran correcto a la luz de los especialistas y científicos que les asesoran, obtenemos instrumentos legales que van contra natura como, por ejemplo, prohibir en algunos países la enseñanza bilingüe y pluricultural en entornos indígenas, como también promover cultivos agrícolas cuyos promotores devastan bosques y selvas (fuentes de agua, vida y reguladores del clima) a favor de la producción económica y masiva de soja (soya), para luego culpar a “El Niño” del cambio climático.
En las universidades, por reglamento, se exhorta a los estudiantes y a los profesores, a desarrollar investigaciones sobre temas y áreas ya conocidas, aún cuando día a día criticamos la crisis que nos asfixia. No se promueve la investigación sobre temas desconocidos y se prohíbe la creatividad pura, es decir, trabajar desde la nada obviando publicaciones pre establecidas. Jamás es aceptada una tesis o trabajo de grado en tales condiciones, especialmente en ciencias sociales. Tal vez no haya mala fe en esto, pero no nos hemos dado cuenta que una inmensa parte del ingenio es destruido o silenciado, cerrando el camino a la generación creativa de ideas para mejorar nuestro entorno. Esto es otra forma de fascismo.
El libre pensamiento es reconocido luego que el autor ya es viejo, cansado, desgastado, incluso muchas veces el reconocimiento llega post mortem. Las propuestas universales de investigadores tan distintos como Hipatia, Galileo, Lamarck, Einstein, Curie, Riveiro, Tesla o Nash, no fueron atendidas cuando ellos más apoyo requirieron. Indistintamente que no estemos de acuerdo con algunos de sus postulados, produjeron importantes avances a la ciencia y a la filosofía pero que, a manera de fascismo, la ley y el conocimiento que imperaba en la época, los rechazaba.
Normas sin sentido común.
La esclavitud fue legal, la segregación racial también. El voto femenino por ley estaba prohibido. Una cosa es prohibir por ley la ingesta de licor por razones de salud e incluso morales y, otra muy distinta, es prohibir a un bachiller con diversidad funcional o con alguna discapacidad, su ingreso como estudiante a una universidad, hasta hace pocos años era norma en muchas de nuestras facultades universitarias. Muchas de nuestras leyes son fascistas.
Como vemos, le decía a mi hijo, el fascismo (indistintamente su asociación a Benito Mussolini y su contexto histórico), el totalitarismo y el autoritarismo siempre han existido entre nosotros, pero, muchas veces, no lo distinguimos y nos da temor hablar de ello, al menos entre nuestros aliados; nos es más común identificarlo y criticarlo en nuestros contrarios.
El fascismo, en nombre de la religión, la ciencia, las leyes o de la ideología política, nos hace sentir como un ladrillo más en la pared (en alusión al film “The Wall”, 1982) por la restricción al ingenio y a la legítima heterogeneidad que debe suponer la vida en sociedad. El fascismo nos iguala de golpe, que es una igualación mal entendida, alejada de la igualdad como principio universal y nos ata a una circunstancia que ocasiona más estragos que remedios.
Entonces, la idea es librarnos del fascismo, sea cual sea su modalidad y expresión cultural o institucional. Quisiera que mi mensaje llegue a todos y que resuene por encima de nuestras preferencias políticas, religiosas y sociales en general.
Unámonos en la diversidad, ¡Bendiciones de luz para todos!
@samscarpato
Código: 02-2016-0132
Para citar este escrito:
SCARPATO, Samuel. (2016). Del fascismo religioso, político, jurídico y científico; y de cómo nos tratan como un ladrillo más en la pared. Primera publicación en fecha 24-Ene-2016 en el medio Facebook. Segunda publicación en fecha 29-May-2016. Consultado en fecha (día)-(mes)-(año). Disponible: https://samscarpato.com/del-fascismo-religioso-politico-juridico-cientifico-nos-tratan-ladrillo-mas-la-pared/