La dimensión desconocida de la ignominia

En política muchas cosas pueden suceder, en especial, para justificar los desaciertos que han costado centenares de miles de víctimas fatales y millones más confinados en la resignación de la desmovilización ciudadana.

Todo es posible en la doble colisión de cuatro grandes bloques que juegan a ser dioses en el histórico trance que vive la humanidad entera. No es casual que coincidan ambos choques y tampoco es accidental que cada bloque deba escoger un aliado estratégico junto con un menos letal enemigo a quien conservar.

Veamos cuáles son estos cuatro bloques, una primera colisión

Por una parte, la guerra fría daba como vencedor en la contienda a los EE.UU., sin embargo, había que rematar a largo plazo la economía soviética y su dominio geopolítico, particularmente en oriente. Esto se logró profundizando la incómoda relación entre el antiguo país de los zares y su vecina díscola China.

Ningún otro país como los EE.UU., gestó, apoyó, financió y celebró el viraje o apertura capitalista y el auge económico de China. En las décadas de 1970 y 1980 se reescribió la historia; a excepción de una o dos grandes marcas, todas las grandes empresas del coloso americano, instalaron enormes fábricas al otro lado del Pacífico, no precisamente en Japón o Rusia, sino en China y en sus economías satélites.

Lo que se hizo por oportunidad y economía, aunque también para ganar gigantescos aliados que ayudasen a detener a Rusia y la ex URSS, terminó siendo la peor pesadilla para los EE.UU. desde inicios del siglo XXI. China reconvertida jamás respondió como Japón o Alemania, financiados, reconstruidos y aliados de los EE.UU. después de la Segunda Guerra Mundial.

En esta contienda, la contraparte ya no es Rusia, ahora es una descomunal e indetenible China, y esta es la mayor colisión y el mayor daño colateral de la guerra fría. Desde inicios del presente siglo, el bloque occidental ha hecho de todo para contrarrestar el alzamiento del gigante asiático, que ha dado aviso formal de producir el 80% de las manufacturas mundiales a partir del año 2023.

El mundo entero apostó, se benefició y celebró, decíamos, el comercio barato con China, a costa del derrumbe del sector industrial en casi todo el continente americano y la mayor parte de Europa. Hoy no hallamos cómo revertir este problema sin entrar en conflicto abierto y declarado con China.

Terrorismo, especulación financiera y pandemias, son algunos momentos (¿excusas?) empleados para dar golpes de timón en el control geopolítico y financiero que reenrumben la situación, pero aún no se atina definitivamente para reencajar estructuralmente el salvavidas. Al parecer, estamos condenados.

La otra colisión de la que no hemos querido despertar

La otra colisión de la que somos testigos, se da entre polos financieros, es un choque más silencioso, pero tal vez más fuerte y letal. Si la confrontación antes descrita, nos llevó a la ruina, la que pasaré a comentar nos está estrangulando desde hace décadas, hasta el punto del colapso por asfixia.

De una parte se encuentra la banca tradicional, conformada por casi todos los bancos privados del planeta, casi todos los bancos centrales de nuestros países y la mayor parte de los entes financieros multilaterales; en el grupo se encuentra la mayoría de los especuladores, brokers y otros corredores de inversiones. Este bloque poco ha cambiado en más de medio milenio.

Su contraparte, el nuevo bloque financiero se aglomera en torno a las tecnologías blandas y redes sociales, las nuevas telecomunicaciones, algunas tecnologías limpias, las disruptivas industrias aeroespaciales y de cadenas de suministros basadas en las transacciones en línea. Todos ellos se preguntan, “si nosotros creamos riqueza ¿por qué los bancos deben quedarse con ella y ser garantes de nuestras transacciones, cuando nosotros tenemos la tecnología para encargarnos de ellas?”.

Este es el mayor y más devastador choque de trenes. Comprender que ya no necesitamos los bancos, será una tarea muy ardua para nuestras sociedades, sin embargo, el polo tecnológico nos está facilitando el trabajo. Entre polos se están matando y nos arrastran a una definición económica sin precedentes en la historia de la humanidad.

Esta colisión en particular, derrumbará toda forma de intermediación. Así como la web 4.0 ya no necesitará de partidos políticos (antigua forma de corporativización de la participación política), tampoco necesitará los bancos para asegurar las transacciones financieras, entre otras nuevas modalidades de actuación social y económica. Esto va más allá de las criptodivisas y las finanzas cuánticas.

El riesgo a morir que corre el antiguo polo es tan grande y son tan profundas e históricas sus raíces, que estamos viendo la traumática remoción de algunas de las raíces de nuestra civilización, en especial la manera de funcionar las instituciones; nada será igual luego de todo esto, el caos social es y será generalizado, pero traerá una nueva era de entendimiento.

¿Por qué nos necesitan dormidos?

Ahora bien, para frenar el cambio e incrementar el control social por parte de los viejos polos de poder, nos necesitan desmovilizados, masivamente en casa y enormemente distraídos. Desde pandemias y nuevos focos terroristas, hasta avistamientos masivos de naves espaciales, debemos estar llenos de miedo y desenfocados para no comprender las amarras a las que nos tienen sometidos.

Esto no quiere decir que los nuevos bloques de poder impliquen una verdadera liberación, tan sólo conforman una transición histórica; era lógico que sucediese. En política, teníamos más de 200 años sin cambiar y, en economía, más de 500. Las ideologías conocidas serán sólo un recuerdo; ya nadie podrá percibirse de izquierda o de derecha, eso no tendrá sentido, como tal vez las religiones comiencen a desaparecer.

Si alguna civilización más inteligente que nosotros regresa a la Tierra, no será para pagar los desastres que han dejado los que no supieron cooperar honrosamente con la transición a una nueva humanidad, sino para explicarnos qué fue del salto genetico o eslabón perdido de hace al menos 250.000 años, o bien para encauzarnos definitivamente en el uso ambiental y socialmente responsable de la energía.

Bienvenidos a la nueva humanidad.
@samscarpato

Código: 04-2020-0145

Para citar este escrito:

SCARPATO, Samuel. (2020). Cooperación, única salida para sacar lo mejor de nosotros y superar la crisis. Primera publicación en fecha 30-Abr-2020 en el medio facebook. Segunda publicación en fecha 20-Jul-2020. Consultado en fecha (día)-(mes)-(año). Blog del autor. Disponible: https://samscarpato.com/?p=5060