Un mensaje de un ciudadano poco religioso

A los religiosos de mi país y del mundo

LA FAMILIA. Quise que mis hijos conociesen en santuario y templo votivo dedicado a la Virgen de Coromoto. Ellos me decían: “papá, ¿para qué nos traes si nosotros no vamos a misa, además, tú no eres religioso?”. En seguida les dije que esa decisión es de cada quien, “el que su padre no sea religioso no quiere decir que ustedes no lo sean, es una revisión y una decisión muy íntima de cada uno de nosotros a lo interno”.

Usualmente conversamos de la Toráh, sus sutiles claves cabalísticas y las bases del pentateuco; aparte, mis hijos tienen en su biblioteca el Corán y de cuando en cuando revisamos hermosos y poéticos pasajes; muy en especial compartimos en contacto, habla y sentimiento con plantas y animales, bichitos de toda clase, junto con manifestaciones indígenas (me refiero a nuestros pueblos originarios) todo lo cual les ha sido muy común y natural desde siempre.

Siendo libres pensadores mis hijos, pudiendo esperar un contacto extraterrestre o hablar directamente con una estrella, sin dejar de dibujar a sus duendes y hadas que les acompañan, decidieron próximos a su adolescencia, bautizarse y hacer la comunión católica, “ése, hijos míos, es su problema, no debo interferir, háganlo con consciencia y sin seguir al rebaño pero tampoco a los pastores, porque Dios está dentro y alrededor de ustedes, no en mansiones de piedra y madera”, les dije recordando un evangelio apócrifo.

EL PAÍS. Un gobierno que ha combatido sistemáticamente el poder de la iglesia católica durante décadas, ha debido compensar los espacios vacíos dejados por la presencia de esta congregación con políticas, programas, medidas y acciones que atendiesen lo que bien o mal atendía esta gente.

De pronto salió la educación religiosa de las escuelas, mal que bien algo acompañaba a nuestros niños, nos hacía dormir en plenas aulas de clase, pero algo quedaba sobre robar, matar y esas cosas: por cerca de una década ya no hay un grillo insistente en nuestras escuelas. La historia patria, la de nuestros próceres negros, pardos, indígenas y blancos criollos, se hizo más importante, hay que avivar la gloria de la emancipación a toda costa.

Enojarse, pugnarse, culparse, pasó a ser cotidianidad en Venezuela, pero, no todas las religiones retrocedían, la iglesia protestante, especialmente evangélica, creció más que ninguna en estas tierras, mi confusión se hizo evidente.

Me convencí hace más de veinte años, que las Misiones Nuevas Tribus se asentaban y evangelizaban justo donde habían mayores yacimientos de minerales preciosos, semi preciosos y coltán en medio de nuestra selva amazónica. Firmé todas las listas que había que firmar para erradicar de allí a estos misioneros evangélicos que trastocaban la cultura y autodeterminación de nuestros pueblos originarios, además de vulnerar posiciones geoestratégicas.

Fueron removidos algunos grupos de Venezuela, no obstante crecía y crecía la iglesia evangélica en el país. Seguía sin entender, si la lucha es por lo propio y por nuestras raíces, ¿por qué se combatía la iglesia cuya sede es Roma, pero no se combatía la iglesia cuya sede son los EE.UU.?

Sentí que se perdía la honestidad de una intención, además del rumbo a seguir, me refiero al propósito esencial del para qué remover qué cosa y de dónde. Desde la Constitución de 1961 (la religión oficial de Venezuela es la católica), a la Constitución de 1999 (hay libertad de culto), definitivamente hay un salto galáctico, pero hay muchos cabos que quedaron sueltos, muy sueltos.

Rituales de todo tipo crecieron en Venezuela, eventualmente no puedes evitar sorprenderte por algunos de ellos, en la propia casa de tu vecino, algunos ofenden a animales y plantas, otros dicen defenderlos; algunos se alejan de viejos “imperios”, otros tienen al “imperio” como sede; unos defienden sus prácticas culturales, otros sus negocios; incluso todos (al parecer) participan de la política y sacan partido de ello, ¿qué pasó con la “religión” en Venezuela?

Siento que al “destapar algunos sellos”, “se desataron mil demonios”, y con esto hay que tener muchísimo cuidado, las fuerzas no están en equilibrio, aunque tienden a serenarse. El Estado, las manifestaciones espirituales y la sociedad toda, deben reencauzar el equilibrio, no se trata del dominio y el control, pero tampoco de permitir el dominio y el control de ciertas fuerzas que no nos han aconsejado precisamente el amor y la caridad. Esto, hermanos míos, hay que hablarlo sin complejos ni tapujos de ningún tipo.

Venezuela debe regresar a la luz, y con ello al equilibrio de las fuerzas, para recordar a los amigos del mal, que la luz siempre se impone, no por la fuerza, sino precisamente por la luz.

LA FELIGRESÍA. El llamado a la luz no precisa el retorno ni la supremacía de una religión sobre otra, de una manifestación espiritual más que otra, no se trata de eso, se trata de llamar la luz en cada uno de nuestros corazones.

Todos hemos sentido la turbación, el miedo y espanto proveniente del odio en nuestros corazones y en el de otros, es allí donde hay que trabajar, y creo que la feligresía dará tremenda sorpresa y ejemplo de unión en torno a la luz, porque se trata de encender nuestros corazones.

En la ciudad donde vivo, se da la mayor peregrinación religiosa de Venezuela (tal vez del continente, junto con la de la Virgen de Guadalupe), más de dos millones de personas en procesión junto a la Divina Pastora, es una mezcla de gente, sentimientos y promesas que vienen de distintos rinconcitos del mundo pero que, esta vez, les aseguro tendrá una orientación espiritual-interna diferente.

La feligresía retomará los espacios en las escuelas y en los barrios, ya no esperará que otros lo hagan; la feligresía retomará los espacios de los hijos y la familia, ya no será el play station, la x-box, internet ni la televisión por cable; el llamado interior y a todas luces será por la unión, basta de división y violencia pero, para eso, deberán encenderse cada uno de nuestros corazones, de lo contrario no se generará el combustible requerido para ello.

La combustión es interna, para que luego irradie a todo el universo.

PALABRAS DE CIERRE. RadicalISMOS criticarán este llamado, mientras que los hijos de la luz se reconocerán en UNO, porque somos UNO, cuando eso se comprenda en despertar, el mal se habrá ido.

Abre tu corazón a esa poderosa energía universal y deja que un rayo de luz te encienda de golpe, no es un proceso, sino un switch. Activa el pasador de la luz y deja que se encienda la consciencia crítica en ti, en ese momento habrá sucedido en todos, y habrá retornado el equilibro de la fuerza y con ello la protección del Padre y de la Madre. No más lamentos, no más maldad, somos UNO en fuerza y bondad.

@samscarpato

Código: 05-2014-3107

Para citar este escrito:

SCARPATO, Samuel. (2014). Un mensaje de un ciudadano poco religioso, a los religiosos de mi país y del mundo. Primera publicación en fecha 13-Ene-2014 en el medio Facebook. Segunda publicación en fecha 26-Dic-2015. Consultado en fecha Día-Mes-Año. Disponible: https://samscarpato.com/un-mensaje-de-un-ciudadano-poco-religioso-a-los-religiosos-de-mi-pais-y-del-mundo/