En el extremo norte y noreste de la cordillera de los Andes, está la sierra de Portuguesa, casi toda ubicada dentro y al sur del estado Lara, en el centro occidente de Venezuela. El extremo oeste de esta serranía se encuentra protegido, en parte, por el Parque Nacional Yacambú, mientras que su extremo este (donde literalmente terminan los Andes), está resguardado por el Parque Nacional Terepaima.
Entre estos dos parques nacionales, existen más de 40.000 hectáreas de bosques nublados totalmente desprotegidos, sin embargo y más grave aún, allí nacen importantes quebradas y riachuelos que aportan múltiples caudales que abastecen una enorme proporción de zonas de cultivos y centros poblados.
Estos lotes boscosos desprotegidos surten, en la cara o vertiente norte de la serranía, a espacios agroturísticos e inmensas áreas de cultivos en torno a poblados como Río Claro, Buena Vista, San Miguel y Cubiro. Además, estos caudales recargan los acuíferos del subsuelo de los que se extrae el agua para enormes ciudades como Barquisimeto (en su parte centro, este, parte del noreste y todo el sureste) y todo Cabudare.
Por su parte, la cara o vertiente sur, deja correr nacientes de agua que aportan caudales que abastecen nada más y nada menos que al granero de Venezuela, con miles de hectáreas de cultivos y presencia de poblados como Acarigua, Araure, Turén, Villa Bruzual, entre otros.
Entendemos que razones de protección como la presencia del único oso suramericano (oso andino u oso frontino), entre otras especies en grave peligro de extinción, es importante. No obstante, este argumento nos lleva a la idea de proteger corredores biológicos expresados físicamente en bosques naturales continuos, homogéneamente no intervenidos. La propuesta de técnicos y funcionarios no alcanza a proteger ni 12.000 hectáreas (de las más de 40.000 que necesitamos proteger con extrema urgencia).
A pesar de importante, este pretexto deja por fuera innumerables lotes que han sufrido el fraccionamiento boscoso y eventual aislamiento por la presencia de pequeños campos agropecuarios de por medio. En estos espacios siguen existiendo nacientes de agua y, si los sumamos, son cientos de ellos, tal vez miles de manantiales. De allí la urgente necesidad de proteger más de 40.000 hectáreas de bosques de montañas (incluyendo los fragmentados), habida cuenta entre otras razones, que los racionamientos de agua en algunos pueblos y grandes porciones de nuestras ciudades, ya se hacen insoportables. Ya no se puede negar que el vital líquido escasea y mucho.
Nos parece un disparate, además de un suicidio, desproteger estos espacios casi “aislados”, por la razón que sea, repito, es un suicidio dejar de protegerlos.
Finalmente, ante tanto escándalo que hemos hecho, numerosas autoridades se concentraron el día 2 de febrero del 2015 en la sala de reuniones del Instituto Nacional de Parques (INPARQUES) de Barquisimeto, donde se hizo una sustentación oral de la importancia de lo que aquí decimos, además de sencillas acciones que, desde la política pública, podemos aplicar para solucionar el problema de manera holística o integral.
La preservación de las áreas naturales esenciales para la vida, depende de todos nosotros; no dejemos que se pierdan y, con ello, la vida misma.
@samsvarpato
Código: 03-2015-1053
Para citar este escrito:
SCARPATO, Samuel. (2015). Existen numeroso lotes boscosos aún por proteger. Primera publicación en fecha 31-Ene-2015 en el medio Facebook. Segunda publicación en fecha 13-May-2016. Consultado en fecha (día)-(mes)-(año). Disponible: https://samscarpato.com/lotes-boscosos-por-proteger/