A mediados de este septiembre 2013, comenzamos a sacar mazorcas tiernas en una parcela que cultivamos “con las uñas” en la parroquia Tintorero, estado Lara, Venezuela. Nuestros rendimientos, llevándolos a toneladas por hectárea, fueron muy superiores a los promedios nacional y mundial.

Elisaul y Duglas, oriundos indígenas Gayones de la zona, me pidieron “echar una semilla” que tenían en casa. Les dije que me parecía bien, pero que probaríamos hacer las cosas de manera distinta de como lo plantean los técnicos, las universidades y los gobiernos. La misma semilla la había empleado un vecino (de nombre Cosme) días antes y sus plantas de maíz no prosperaron. Decidimos partir del supuesto por el cual el problema no era la semilla.

Primero: restauramos el suelo, elevando su cantidad de materia orgánica humificada (no cruda, sino humificada). Jamás volteamos el suelo, lo dejamos donde estaba, es decir, lo de abajo para abajo y lo de arriba para arriba (así suene tonto).

Segundo: preparamos los camellones de manera que el cultivo no quedara apretado, trabajamos con menos densidad de siembra que la recomendada.

Tercero: eventualmente dejamos el monte, la “mala hierba”, por lo que rara vez “limpiamos” el cultivo.

Cuarto: preparamos un programa nutricional organo mineral que se anticipaba a las necesidades del cultivo en cada una de sus fases fenológicas (y para cada fase un alimento distinto): brotación y raíces; pre encañado; pre floración; pre fructificación; engorde o llenado de frutos. Repito, no alimentamos a las plantas luego de cada fase, sino al comienzo de la fase o días antes de la misma.

Quinto: no se controló la plaga, las plantas debían defenderse solas generando sus propios mecanismos químicos. Los loros y otros pájaros disfrutaron comiéndose el 2% de las mazorcas. Los insectos se comieron el 0,07% de las hojas del maíz y el 3% de las hojas y tallos del monte y otras plantas que a propósito dejamos de por medio. En otras palabras, compartimos del 2% al 4% de la cosecha con el medio natural, el resto se recogió.

Demostramos que es una farsa la lógica de los transgénicos que deriva de la lógica de Charles Darwin que impregna todas nuestras academias (tanto en gobiernos de “izquierdas” como en gobiernos de “derechas”), por la cual la clave (absurda) estaría en prestar atención a la especie y no al medio.

Resulta que la clave está indefectiblemente en el medio, si logras comprender las relaciones (¿Lamarck?), saldrás de la trampa darwinista y el mundo se abrirá a una nueva era de luz y armonía.

Los gobiernos de “izquierda” y los gobiernos de “derecha” no comprenden esto, es algo tan profundo como sencillo, apto para niños, campesinos e indígenas, quienes no se complican con los postulados técnicos y creen más en las señales de la naturaleza.

Abrazos a todos los que creen que el cambio dentro de una nueva humanidad es posible.

PD: Mi reconocimiento eterno a mi amigo y maestro desde 1995, Antonio Ibarra Zavarce, viejo díscolo y tecnólogo innovador en la materia.

Código: 04-2013-2007

Para citar este escrito:

SCARPATO, Samuel. (2013). Cultivos sanos y rendidores, es cuestión del lenguaje de las plantas. Primera publicación en fecha 22-Sep-2013 en el medio Facebook. Segunda publicación en fecha 23-Dic-2016. Consultado en fecha (día)-(mes)-(año). Disponible: https://samscarpato.com/cultivos-sanos-y-rendidores-es-cuestion-del-lenguaje-de-las-plantas/