Con esta exposición intento alertar que, por medio de la confrontación y el permanente dominio y anulación del “contrario”, hemos jugado al colapso en los últimos 190 años de historia republicana de Venezuela. Como visión alternativa, quiero demostrar que, sólo a través de la cooperación y la ayuda mutua entre contrarios, saldremos de la crisis y podremos evolucionar como sociedad, indistintamente que se materialice un cambio democrático en quienes detentan el poder.
Si no cambiamos nuestra forma de pensar, nada pudiésemos transformar
La mayoría de los modelos de toma de decisiones y, en este caso, decisiones que nos lleven a un mejor candidato, se basan en la competencia y en la selección del más apto según su capacidad de convencimiento y fuerza arrolladora, cuyas proyecciones con tendencia a estabilizar el sistema siguen erróneamente basadas en la confrontación, más no en la cooperación.
Así lo vemos en la economía y en la política, por supuesto en el deporte, la educación y en la cultura instituida, todo lo cual hemos aceptado como normal, aún cuando la salud de las personas y del planeta indiquen lo contrario. Estamos mal, lo sabemos; vamos hacia algo peor, pero no lo reconocemos.
La avaricia y la ignorancia juntas, nos llevaron por siglos a observar mal la naturaleza y a determinar de ella, que los individuos que integran los sistemas de vida no hacen más que competir para sobrevivir. Esto es falso y absolutamente demostrable si observas con mayor sentido holístico e integrativo dichos sistemas de vida.
Para que se estabilice el sistema, todos los organismos vivos deben cooperar
Los grandes felinos, los antílopes y el pasto, no hacen más que cooperar entre sí; tan igual que los lobos, los búfalos y el bosque; los pueblos originarios, la Amazonía y el clima; los tiburones, los peces de arrecife, los corales, el plancton y la vida en el planeta. Todos parecen competir, pero, en realidad se están ayudando mutuamente.
Algo anda mal y debe ser revisado
Esto nos lleva a revisar lo mal que hemos manejado la política pública, la economía y la participación política, toda vez que nuestras academias y facultades de ciencias sociales en general, se asentaron sobre la base de la competencia y el determinismo heredados de las ciencias duras.
Las partes en conflicto no hacen más que luchar y competir; me refiero a personas, seres que, en arrogante teoría, se encuentran en la cúspide de la escala evolutiva, que no hacen más que aplastarse a sí mismos y al resto de los seres y elementos que pueblan el planeta. Somos testigos de un suicidio colectivo, como sociedad y como especie en el planeta.
Quisiera minimizar la fijación que tenemos hacia Darwin en las academias, al menos despedir sus medias verdades, y recobrar el sentido de Lamarck, porque la clave de la evolución de las especies y de la sociedad, no está en la especie y su aptitud para competir y sobrevivir, sino en la relación entre los hechos, las especies y el medio, y la capacidad de estos por desarrollar mecanismos de cooperación que les permita sacar lo mejor de sí con el fin de evolucionar de manera más coherente y sustentable.
De muchacho, veía la violencia en las protestas de calle y sobre ella la competencia represiva de la fuerza pública; ambos competían para ver quién era más ineficiente en la cooperación, en otras palabras, se trataba de imponer el dominio del más enfurecido ante tan idiota e injusta correlación de fuerzas. Es lo que yo pensaba mientras leía “La conquista del pan” y “La ayuda mutua” de Piotr Kropotkin, por esos días de adolescencia y juventud. Hoy veo eso en las calles de muchas de nuestras naciones y sigo pensando que es idiota dejar de cooperar para dedicarse a competir aplastando al contrario.
Somos tan buenos o tan malos como nos propongamos
Tenemos en nuestro código genético propensión a la agresividad y a hacer actos inefables para sobrevivir, como también propensión a la cooperación y la ayuda mutua justo con los mismos fines. Activar una u otra función, depende del contexto en el que nos encontremos y las circunstancias límite a las que nos hayan llevado, pero también depende de nuestra capacidad para proyectar y decidir los hechos en un plano donde todas las partes ganen.
La política basada en la competencia siempre nos llevará al enfrentamiento, eso es obvio, incluso al enfrentamiento pasivo y a la silenciosa enfermedad biológica y social. Ser pacíficos en las campañas y comicios electorales, en medio de sociedades enfermas, es tan absurdo como ser agresivos en los mismos procesos en medio de sociedades que todo se lo toman a chiste. Estamos igual de enfermos, la bomba social igual estalla o estallará en nuestras caras.
Sin embargo, las sociedades del mundo apuntan cada vez más a la cooperación entre sus miembros, incluso entre los que en apariencia se adversan. Pero, a la luz de la evolución humana, existen sociedades que se resisten a comprender que debemos cooperar con el adversario para salir de la crisis. Es el caso de Venezuela, donde los sectores en pugna no ceden ni quieren hacer concesiones a favor de destrancar el juego.
En la Venezuela del 2017, se aprecian los más extraños contrastes. Por una parte, conglomerados de emprendedores de la economía se deslastran de la política y generan los más interesantes startups y experiencia de coworking del continente, con repercusiones positivas en este y otros países.
Por otra parte, exiguos sectores de la política tradicional, de “izquierda” y “derecha”, regresan a la era de las cavernas y arrebatan ideales, recursos y espacios de participación, incluso, a los que se han salido o nunca estuvieron en los extremos, hasta el punto de insultar la inteligencia de quienes ven el sentido de la evolución humana en el planeta, al hacernos creer que lo normal es la competencia donde sólo una parte gane, es decir, el juego de la anulación del contrario.
Ejemplos de cooperación con el contrario
Podemos traer algo del equilibrio cooperativo de Nash y con ello apuntar la teoría de los juegos, hasta plantearnos modelos conceptuales, matemáticos y de intervención, que tiendan a una relación ganar – ganar entre las partes en conflicto, ¿es eso posible?, absolutamente si. Estoy convencido de la cuántica y la sistémica aplicadas a la economía integrativa para superar nuestras particulares crisis económicas, sociales y políticas.
Simulemos un caso ofertado por el gobierno nacional, que tienda a romper el esquema de control en la oferta y la demanda de divisas extranjeras que, hasta ahora, ha sido lesionante del aparato productivo y la economía en general.
Posteriormente, expongo otro caso ,donde factores de “oposición”, a través de las universidades, ofertarían innovadoras soluciones de buen impacto tecnológico, social y ambiental, por supuesto económico también.
Veamos un ejemplo
El gobierno anuncia una solución radical y “revolucionaria” ante el problema de la oferta interna de divisas extranjeras en el contexto inflacionario de la economía venezolana.
Obviemos explicar la historia de RECADI de 1983 y su mutación a lo que es el SIMADI treinta y tantos años más tarde (o lo que sea al momento en el que usted lee este escrito). Olvidemos insultar a todos los gobiernos que han sido responsables de ello, para simular una asombrosa oferta del gobierno nacional (incluso el que venga), que no requiere constituyente alguna para incentivar y reactivar la economía en el corto plazo. Se trata de una medida que he mencionado en diversos escenarios desde el año 2015.
El Estado, mediante el ministerio con competencia en la materia, junto con el Banco Central de Venezuela (BCV), propondrán una paradoja matemática y económica que denominaremos “Dólar inverso”, mediante la cual se establecerán dos tasas de cambio que favorecerán a los oferentes y demandantes de divisas, en tanto que el “dólar importador” (vendido por el gobierno a los empresarios y particulares) será (paradójicamente) más económico que el “dólar exportador” (comprado por el gobierno a las industrias, operadoras turísticas, empresas en general y particulares que generen divisas).
¿Por qué es una paradoja?, porque en apariencia se genera un considerable déficit para el BCV en dicha operación de intermediación. Se trata de vender un dólar sustancialmente barato y abundante a los empresarios que requieran adquirir en el extranjero tecnologías, activos fijos y materias primas para reactivar el aparato productivo nacional.
Más aún (continuamos con la paradoja), el BCV pagará a un valor sensiblemente mayor los dólares que generen las empresas exportadoras (incluyendo el sector turismo que genera divisas pero, en este caso, dentro del país).
¿Cómo resolver la ecuación inversa o tan extraña paradoja?, aquí surgen medidas de intervención que acompañan la medida central (Dólar inverso) para poder viabilizarla. El Estado no podría pagar dólares a pérdidas, más aún ante tan la crisis que afronta Venezuela para el momento de este escrito (2017). Entonces, ¿cómo hacer?
Parte del pago el gobierno lo hará mediante transferencias internas (intra sectoriales e intra ministeriales), cuya burbuja se corre hasta llegar a los incentivos fiscales. Existe un sin fin de impuestos, tasas y contribuciones parafiscales que pueden apuntar a restituir el equilibrio cooperativo en este juego matemático que es, aunque usted no lo crea, absolutamente real y posible.
El empresario igual debe asumir como condición la reinversión, mejoramiento de su entorno local y la reconversión industrial, así como mejoras en sus programas de responsabilidad social, generación de empleos y disminución de su huella ecológica; deberá reinvertir en su país o pagar un impuesto restitutivo si no lo hace. A fin de cuentas, el empresario pondrá su mayor voluntad y esfuerzo, pero es el Estado es el que hará el sacrificio de asumir tan extraña pero revolucionaria fórmula.
Otro ejemplo, tal vez mejor
Las universidades cesan la conflictividad y pasan a ser las punteras en la innovación científica y tecnológica aplicada a todas las áreas de la gestión y la producción, mediante una reconversión estratégica y estructural de sus salidas ocupacionales.
Hagamos el esfuerzo de olvidar por un momento que los profesores universitarios en Venezuela “ganamos” un impresentable sueldo. Sin distingo del grado de preparación o experiencia, ganamos, desde algunos lustro, tan igual como el que no tiene preparación alguna. Olvidemos también (¿se podrá olvidar?), la masiva fuga de cerebros venezolanos que brillan en muchos países del mundo. Pasemos a proponernos cooperar con un actor que, buena parte de este subsector educativo, considera los verdugos de las universidades.
Entre mayo y julio 2016 hice esta propuesta al Decano de mi facultad, por igual que entre enero y febrero 2017 se la hice a la Vicerrectora Académica de mi universidad. Entiendo que las ocupaciones y la crisis sistémica no nos han permitido evaluar tan radical propuesta.
Las salidas ocupacionales o sinapsis de contacto con la realidad local que tenemos en las universidades, son: proyectos y actividades de investigación, extensión y servicio comunitario, aparte de las pasantías o prácticas profesionales, junto con los proyectos de investigación conducentes al grado, postgrado y ascenso docente. También entran aquí los proyectos de fomento (proyectos productivos conducentes a la generación de ingresos) y las investigaciones independientes de estudiantes y docentes, junto con su respectiva presentación o asistencia a eventos científico académicos.
¿Les parece que incluyamos la docencia -en aulas de clase- como salida ocupacional o sinapsis con la realidad local?, hagámoslo. Son, entonces, cerca de diez salidas ocupacionales o áreas de conexión con el mercado y la sociedad.
¿En qué consiste la medida?, se trata que todas las actividades (100% de ellas) y, dentro de cada una de ellas, al menos un 70% de la síntesis o sustancia gnoseológica de estas diez áreas de conexión o sinapsis social, esté representado por el componente innovación en su propuesta y ejecución de la misma.
Deben estar proscritos los trabajos que no representen innovación para la gerencia, la producción o el entendimiento humano, nos referimos a cualquier posibilidad de catalizar cambios en la sociedad en general. Estamos en crisis, por tanto la solución debe ser radical. Los docentes e investigadores divorciados de la innovación deben adecuarse o cambiarse de actividad. La docencia y la investigación deben ser radicalmente innovadoras, generadoras de conocimiento, más no estériles repetidoras de lo ya conocido. Esto último no debe representar más del 30% del componente de las salidas ocupacionales para que estas puedan ser acreditadas.
Pero, ¿cómo lograrlo en medio de una asfixia presupuestaria y salarial?, es el argumento que darán las universidades, y con toda razón. El Estado debe cooperar con inteligencia y eficiencia.
(1) La posibilidad y la facultad por la cual las universidades puedan generar y administrar los recursos asociados a la ciencia, tecnología e innovación, deben ser restituidas. Las universidades deben recuperar la capacidad y autoridad para manejar a “discreción auditada” los recursos en el contexto de la LOCTI.
(2) Las universidades deben oír y atender al sector empresarial y a las comunidades organizadas, más no al revés. Hemos caído en el arrogante absurdo de creernos aún la cuna del conocimiento, Eso quedó superado hace más de 40 años. Ahora es el sector empresarial es el que puntea en la innovación tecnológica a escala mundial.
El sector privado patrocinará o financiará concursos de innovaciones que le sean de provecho por medio de herramientas administrativas y productivas.
(3) Las pasantías o prácticas profesionales se harán en los tres tercios de las carreras universitarias. Una primera pasantía exploratoria y de contacto productivo; una segunda pasantía de generación de propuestas; y una tercera pasantía de aplicación de propuestas o soluciones concretas para bien de cualquiera de los sectores y subsectores de la economía.
(4) Las signaturas instrumentales y en general todos los programas, deben apuntar a este cambio radical de alto impacto social. La reconversión curricular tenderá al componente innovación de manera sustancial, sin distingo ni excepción por tratarse de carreras de contenido técnico o humanístico. Ciencias duras y ciencias blandas, todas deberán apuntar a dicha cooperación.
(5) El tabulador salarial del docente e investigador, mejorará igualmente de manera sustancial. Es inviable pensar siquiera en este cambio radical si el profesor universitario debe (debemos) tener dos y tres actividades productivas para poder atender nuestros hogares. El compromiso en este juego cooperativo será de parte y parte; sector empresarial, universidades y gobierno nacional.
La salud social y económica del país, depende fundamentalmente de la formación profesional. Detener el éxodo masivo de profesionales es dramáticamente vital para restituir la normalidad en Venezuela, y la situación universitaria está en el centro del problema, aunque algunos sectores no lo quieran ver o reconocer.
Reflexión
Estos dos ejemplos de cooperación y ayuda mutua entre adversarios, supone parte de la solución que debemos encauzar para bien de todos. Cooperar no se trata de alabar o aplaudir al contrario. Al cooperar podemos ayudar a mejorar las prácticas del oponente, o bien ayudarlo a dejar el juego, ¿ahora comprendes lo importante de esto?
No más competencia, no más anulación del contrario, sólo la cooperación entre opuestos nos traerá la paz social y la activación económica que todos deseamos, sin excepción. ¿Quieres un divorcio en paz?, coopera.
Por favor, medítalo.
Samuel Scarpato-Mejuto
Profesor UCLA en Teoría Administrativa, doctorado en ciencia política con especialidad en políticas públicas. Analista de modelos de desarrollo basados en la sustentabilidad.
@samscarpato
Código: 02-2017-0140
Para citar este escrito:
SCARPATO, Samuel. (2017). Cooperación, única salida para sacar lo mejor de nosotros y superar la crisis. Primera publicación en fecha 03-May-2017 en el medio facebook. Segunda publicación en fecha 04-May-2017. Consultado en fecha (día)-(mes)-(año). Disponible: https://samscarpato.com/cooperacion-unica-salida-sacar-lo-mejor-superar-la-crisis/