¿Rescatar a la Venezuela que otros construyeron antes de ti o la que estás construyendo?

Hay quienes ven al país más rico del continente americano, dividido entre los que se van y los que se quedan, entre izquierdas y derechas, entre los que apoyan al gobierno y los que lo adversan, o entre los que ven todo bien y los que ven todo mal.

Creo que hay un país que trasciende a esas limitaciones sin importar la ideología de quienes lo pueblan. La división se reduce entre quienes se quedan de brazos cruzados y quienes están trabajando diariamente por mejorar nuestro entorno y eso comienza, precisamente, por el rescate de la Venezuela que todos llevamos dentro.

Ya pasó el tiempo de añorar líderes e ideologías, pero también de esperar que las instituciones resuelvan por nosotros, porque hemos comprendido que somos la principal de todas las instituciones: ese todo orgánico dinámicamente articulado en la participación social que comienza en nuestros hogares y en nuestra más palpable cotidianidad.

Esperar que nos salve la liga de las naciones preocupadas más por los recursos de Venezuela que por su gente, es decir, la misericordiosa voraz mirada con mano tendida de imperios de izquierdas y de derechas que creemos naciones aliadas o contrincantes de nuestras ideologías, es como apostar a no hacer nada por nuestro propio esfuerzo a costa no de lo que somos sino de lo que tenemos.

Somos la apocalíptica gran ramera de la Roma pagana, en tanto por nuestros recursos ciframos la esperanza de ser importantes para el mundo. Vaya talento tener un trasero hermoso y húmedos lechos llenos de ingentes reservas de oro o de petróleo. Damos pena al apoyarnos en tirios y troyanos porque demostramos no valer más que eso, petróleo y oro, vaya miseria.

Entre los verdaderos miserables, es decir, los que sólo valoran la prosperidad en torno a los recursos materiales, se han abierto paso despojándose de la arrogante vanidad que nos caracterizó por muchas décadas, los que han descubierto el poder y la trascendencia de más y mejores tesoros, tal como el talento de convertirnos en alquimistas de los materiales innobles para sacar lo mejor de nosotros.

El talento y la preparación, el descubrirnos creadores a partir del más profundo inhalar y el más moldeador aliento de realidades; lo hermoso de las cosas más sencillas que decía el poeta, la construcción a partir del cambio de conciencia en la casa y la vecindad.

Por eso te pido que no grites afuera S.O.S. Venezuela; tus llamados de auxilio deben reverberar pecho adentro en el recorrer de tus venas, hasta que el calor de tu sangre imprima la locomoción del cambio más creativo desde tu palabra y tus manos; tus manos a la tierra, a la pizarra, al escritorio o al volante; a la arcilla o a los cueros, al lápiz o a las teclas; crea, tan sólo crea y no te detengas en el sufrimiento estéril de los que sólo se quejan.

Asume los espacios, prolifera las ideas, llena los vacíos que los dementes de izquierdas y derechas no han sabido manejar y menos representar. Estamos de acuerdo en que no sirven los que cavaron el foso ni los que prometieron sacarnos de él, ya acordamos que son unos insensatos. Utilicemos esos hoyos para plantar árboles de esperanza abonados con la más firme convicción impresa en cada uno de nuestros pasos.

Por más de veinte años planté árboles y alfabeticé en campos y selvas, traté de abstraerme de la banalidad con la que los venezolanos veíamos las cosas, los fenómenos y los hechos de la vida. Traté de acalorar con el ejemplo, hasta arrollé a veces a los que aún no comprendían el poder de la cooperación, de la ayuda mutua.

Hoy veo con mucho orgullo que cada día se suman más y más personas a los más diversos emprendimientos cotidianos, pero también a descubrir el clavo o el tornillo que le faltaba a la vieja puerta de la escuela del barrio, el hoyito en el escalón de tu condominio, el remover de la tierra en las flores de tu plaza, el resolver en colectivo.

El golpe de la crisis ha enojado y adormecido a muchos, sin embargo, ha impulsado a muchos más a salir del foso de la desesperanza sin esperar por ningún mesías o representante. Nos hemos descubierto líderes del verdadero rescate interno, el rescate de nuestras vidas a partir de lo que somos y de lo mejor que tenemos, nuestro talento.

¿Has visto la Venezuela que se viene?, yo la he visto, es trabajadora y muy hermosa, es incrédula pero ya no desentendida, es amable, receptiva pero muy comprometida con la prosperidad a partir de la cooperación y la inventiva. Es ese calor en la sangre y el aliento modelador de la más fina arcilla, es el amor por nuestra biodiversidad y la cultura, es el capital de la palanca y no de la bóveda roída.

Atrévete a salvar la Venezuela que llevas dentro y deja de gritar para que vengan en tu auxilio. Deja que la luz más potente del centro del universo pueble e ilumine tus sentidos, tal como tú pueblas e iluminas el sentido de lo que es y será nuestra mejor Venezuela desde tu rinconcito.

¡Ánimo!, canta la esperanza y cambia la vibra y sinfonía que irradia tu espacio desde tu verdadera esencia. Hazlo y verás cómo la ausencia de la luz que creíamos fuerzas oscuras, retrocede por el incesante paso de tu iluminado camino; tu camino entrelazado con el mío.

@samscarpato

Código: 02-2016-0139

Para citar este escrito:

SCARPATO, Samuel. (2016). ¿Rescatar a la Venezuela que otros construyeron antes de ti o la que estás construyendo?. Primera publicación en fecha 18-Nov-2016 en el medio Facebook. Segunda publicación en fecha 22-Dic-2016. Consultado en fecha (día)-(mes)-(año). Disponible: https://samscarpato.com/rescatar-venezuela-con-tu-ejemplo/