Jun-2014 / Código 03-2014-1038

UNO: Lo hermoso y lo irónico

A pesar de las fuertes críticas que eventualmente hago a la forma como el gobierno venezolano maneja y administra sus áreas naturales protegidas, debo reconocer que siempre ha sido riesgoso que un ministro, un parlamentario o un investigador o ecologista, haga una denuncia como la que aquí se presenta. Por tanto, quiero apartar de este escrito mi desencanto por cualquier político latinoamericano (y del mundo) y centrarme sólo en los hechos, menos en los juicios de agrado o desagrado.

Existe una corriente de intereses nacionales e internacionales que ni tirios ni troyanos pueden ni podrán controlar, menos cuando tienes tantas riquezas naturales en tan vastos espacios abiertos. Por tanto, es un riesgo hablar de estas cosas; pero alguien tiene que asumirlo. Debe colocarse en la agenda pública porque es un enorme problema público a razón de la afección al ambiente, la cultura y la economía.

Nos referimos al deterioro progresivo del Parque Nacional Canaima, uno de los más grandes, biodiversos y enigmáticos espacios naturales protegidos del mundo. Tal vez los más jóvenes lo asociarán con la película “Up, una aventura de altura” la casa de un “abuelo” (en la película no tiene hijos) suspendida por globos de colores y conducida hasta insólitos escenarios por un boy scout. Esos parajes no son insólitos ni fantasiosos, son totalmente reales, quedan en Venezuela, en su mayoría dentro de este parque nacional.

A pesar que la película no presenta para nada la riqueza cultural, principalmente representada por nuestro pueblo Pemón, al menos el asunto de una colorida ave mítica deja ver que aun la biodiversidad en la zona no es del todo conocida.

Decíamos que es una afección considerable, por la contaminación y reducción de caudales de los cursos de agua que mueven el principal complejo hidroeléctrico del país (uno de los más grandes del continente). Pero sin duda el mayor impacto es cultural, biológico y escénico, por la sabanización, contaminación, incluso desertización de enormes áreas de la cuenca alta del río Caroní, borde noreste de la selva amazónica.

Aclaramos que el parque sólo protege las vertientes este y la margen este del enorme río Caroní pero que, irónicamente, quien aporta más agua a la cuenca del Caroní (por tanto al complejo hidroeléctrico), es el río Paragua (al margen oeste del Caroní), el cual no cuentan con la misma figura de “protección”.

Es irónico también porque la minería aurífera y diamantífera está destruyendo y contaminando más selvas en la propia cuenca alta del río Caroní, por supuesto dentro del Parque Nacional Canaima, en comparación con cualquier otro espacio adyacente. La gran proximidad al territorio brasilero, hace de esta zona una frontera muy caliente, permeable y convenientemente poco resguardada. Es mucho oro y muchos diamantes que yacen, incluso afloran, en estos suelos.

Son suelos ricos en minerales preciosos pero pobres en fertilidad, por eso al apenas afectar la selva, más nada vuelve a nacer allí, es una devastación sistémica y profunda en su huella ecológica y, repetimos, cultural.

DOS: Importancia geoestratégica de Canaima: el colapso eléctrico y de las lluvias en el país

El Parque Nacional Canaima está en medio del “fuego amigo”. La ruta legal que conecta vía terrestre a Brasil con Venezuela, atraviesa espacios ya casi completamente desertizados en el extremo norte de Brasil, y lo mismo está ocurriendo dentro del territorio venezolano. Es un proceso terriblemente “normal” en los entornos de espacios que van desarrollándose y creciendo sus ciudades y actividades comerciales y productivas.

Siempre dijimos que amamos a Brasil y la integración regional, más cuando se trata de naciones vecinas. Sin embargo, advertimos hace más de veinte años, que era un enorme riesgo para Venezuela, servir de soporte para desarrollar el norte de Brasil (Pacaraia, Boa Vista y más lejos, Manaos), enviándole electricidad, hierro, cemento, además de formalizar y ampliar esta ruta comercial y migratoria terrestre; ni hablar que, por conveniencia en la tasa de cambio, a los brasileros se les hace más económico vivir del tráfico de alimentos y otros insumos venezolanos.

Pero esa no es la mayor importancia geoestratégica de Canaima. Estamos hablando de cuencas de ríos que abastecen de agua al complejo hidroeléctrico más grande en todo el territorio venezolano; más del 70% de la electricidad en Venezuela viene de allí y, si sacamos las medianas plantas de combustión interna repartidas por toda la geografía nacional, podemos decir que Guri y el complejo hidroeléctrico, sustenta o sustentaría a más del 85% de los requerimientos de servicio eléctrico de la nación, que a su vez crecen sin cesar.

El arrastre de sedimentos (arena, limo, arcilla, rocas, barro -lodo-) por el daño a la cuenca, está causando que se sature antes de tiempo el espacio útil que yace en el fondo del embalse, pronto se volverá un gran lago plano (en su fondo) sin capacidad para albergar los volúmenes de agua requeridos para mover las turbinas que generan la electricidad en cuestión. El colapso no sólo es inminente, ya está sucediendo.

Esto es grave, socio económicamente muy grave, pero no es lo más grave. Decíamos que la destrucción de la selva amazónica en el norte y noreste de Brasil, como daño colateral en nuestros procesos de integración comercial, está causando que disminuyan considerablemente las lluvias en la zona (y gran parte del país) en los meses abril, mayo, junio, julio y agosto, cuando los vientos predominantes vienen del sureste (Alisios del sureste). La evapotranspiración de la selva (la que allí estaba) genera enormes masas de humedad arrojadas a la atmósfera y movidas por estos vientos hacia territorio venezolano.

Ya se rompió el ciclo de lluvias en Venezuela (desde 2011 está totalmente roto) y ya venía peligrosamente alterado desde unas dos décadas atrás, cada vez llovía menos, cada vez sequías más largas, sólo disimuladas por el fenómeno de El Niño y toda la humedad que proviene de otro sistema distinto.

El ciclo de lluvias más poderoso en el país, era precisamente el ciclo de abril a agosto, los mayores cultivos agrícolas y los mayores aportes a los embalses los esperábamos en dicho lapso de tiempo. Ahora está totalmente alterado, más que eso, deshecho, casi inexistente. El desarrollo ganadero al norte de Brasil y la explotación minera en el entorno fronterizo, está acabando con la selva, ya inexistente en muchísimos espacios. Basta observar el contraste satelital año tras año, para darnos cuenta de la realidad local, así como revisar los registros pluviométricos para sustentarlo aún más con una posible y consistente correlación.

TRES: Medidas de los últimos 25 años: ¿sacar el agua de otro lado para compensar los bajos caudales del río Caroní?, ¿a quién se le ocurre?

En los tiempos cuando se creía que jamás iban a desaparecer las lluvias, en las décadas de 1950, ’60, ’70, ’80 y parte de los ’90, cuando se creían eternos y abundantes del recursos naturales (fíjense que aún los llamamos “recursos” y peor aún “renovables”), sólo unos pocos arriesgados ecologistas advertían lo que los ingenieros y funcionarios de gobierno rechazaban y burlaban a carcajadas (fui testigo en los últimos veinticinco años).

En medio de esta suerte de mito antropocentrista, los burócratas de los ’80 y los ’90 propusieron desviar el curso del enorme río Caura en su cuenca alta, para trasladarlo sobre el caño Marik (trasvase superficial) hacia el río Paragua para finalmente tributar al río Caroní justo antes de caer al embalse de Guri.

Se trató de llevar a cabo esta locura, en vez de detener la minería aurífera y diamantífera en la cuenca alta del río Caroní. Tampoco se asumió la voluntad política de explicar al Brasil que, por supervivencia de todos, no podemos alterar, vulnerar ni destruir un metro cuadrado más de la Amazonía. La selva ya no se puede reducir más, ha llegado al punto límite de afección de los países que la albergamos (somos nueve países, no ocho, como dicen algunos especialistas).

Volviendo al punto, ¿se imagina usted la brutalidad de destruir toda una gigantesca cuenca, su cultura, selvas y biodiversidad (la cuenca del gran río Caura), para desviar sus aguas y hacerlas caer en otra cuenca (ríos Paragua y Caroní) para tratar de reponer y compensar el caudal que merma a causa de su destrucción?, a Dios gracias, ese excéntrico y ecocida proyecto jamás se dio, pero nunca se sabe.

Imagínese el valor comercial que corre entre funcionarios y empresarios que blanquean (legalizan) el oro, diamantes y otros minerales preciosos, que jamás lograron detener la minería ILEGAL dentro del parque nacional, como para preferir dejarla quietecita y más bien traer el agua de otra parte para mover las turbinas de uno de los complejos hidroeléctricos más importantes del mundo.

Estas locuras no son exclusivas de Venezuela, en absolutamente todos los países desarrollados y digamos una enorme proporción de los poco más de doscientos países que hay en el mundo, se plantean proyectos que en pequeña escala nos recuerdan la propuesta de colonización de Marte, porque sabemos que nuestro planeta ya está colapsando y no podemos de manera insustentable seguir exprimiéndole y extrayéndole recursos como insaciables garrapatas o sanguijuelas.

CUATRO: Medidas actuales

Las medidas distan de ser radicales, pero se han dado pasos importantes. No obstante, no puede haber una “minería amigable” eso no existe. Sustituir las actividades mineras por agroturísticas también han derivado de una planificación muy poco estratégica y evaluada según sus impactos.

Se siguen dando pasos tanto en la recuperación como en la destrucción. El dilema es ¿cuál tendencia ganará la contienda?, ¿cómo se están midiendo un tipo y otro de desarrollo?, los especialistas que conozco dicen “la destrucción es necesaria para que sobrevivamos”, ¿la destrucción es necesaria? Dicen también que hasta los países más “verdes” de Europa se benefician por la explotación minera en nuestros países y la explotación maderera en nuestras selvas, ¿entonces? ¿a qué estamos jugando?

He caminado selva adentro y he visto cada vez más cultivos de café y de cacao en muchas zonas, hasta en el alto Orinoco; he visto tractores literalmente empujar la sabanización y áreas de cultivos para impulsar el desarrollo agroalimentario. ¿Impulsar el desarrollo agroalimentario cuando a la vuelta de cinco a diez años no tendremos ni agua ni fertilidad en los suelos para tal desarrollo?

Creo que tenemos que revisar las medidas de gobierno; ningún gobierno ha atinado hasta ahora, ninguno.

CINCO: Guarda parques e información pública: la inmensidad de la soledad y la indefensión

¿Cómo hacen apenas tres, cinco, siete personas para monitorear y resguardar millones de hectáreas, sin el equipo adecuado, sin la tecnología y los sistemas de información geográfica que los interconecte en tiempo real y alimente un sistema público de seguimiento exhaustivo?

Este es el drama de los parques nacionales en el mundo entero, pero en los países en desarrollo es aún más grave, no son prioridad desde el punto de vista del necesario resguardo.

La relevancia y la capacidad logística del guarda parques se ensombrece por las fuerzas armadas, eventualmente por el ministerio de agricultura y otras dependencias gubernamentales. No quiero hacer un demérito de las fuerzas armadas ni del ministerio de agricultura (en Venezuela tienen un nombre más extenso por cierto), el punto es la minimización de la importancia de la figura creada para el resguardo de los parques nacionales.

Este asunto es bastante delicado, además de riesgoso, por eso me limito a tan sólo identificar el caso general.

SEIS: Conclusión, necesidad de mejores y mayores medidas

  1. No puede haber minería amigable o de bajo impacto dentro de tan sensibles y estratégicas áreas naturales. Hay que eliminarla, absolutamente.
  2. Igualmente es impensable, ojalá negado, sacar el agua de otra cuenca para compensar la merma del río Caroní.
  3. La agricultura extensiva, más allá de la ancestral agricultura de subsistencia, no puede promoverse en el espacio vital de la cuenca, hay que revertirla.
  4. Habrá que asumir el costo político frente a nuestra hermana República Federativa del Brasil. No podemos seguir amparando su desarrollo cercano a nuestras fronteras, la reducción de la masa forestal es descomunal. Una vez que tengamos sobre la frontera a millones de trabajadores brasileros (que no le costará nada a Brasil promoverlo para descongestionar sus ciudades principales, como lo ha hecho en otros espacios de su geografía), ya será más que tarde, se acabarán las lluvias en gran parte de Venezuela y Colombia, esto no es una suposición sino una realidad.
  5. El servicio social de nuestros pueblos originarios por mantener nuestras selvas tal como lo han hecho los más recientes milenios, es más que importante, por tanto debe valorarse y sostenerse como subsidio que deben hacer las personas, organismos y empresas (ubicada a cientos o miles de kilómetros de distancia) que dependen del agua y de la electricidad que de allí extraemos.
  6. El servicio público de guarda parque debe potenciarse a una escala inmensa, más que estratégica, es un asunto de vida de toda una nación.
  7. Más pronto que tarde, un importante porcentaje del dinero recaudado por medio del sistema tributario nacional, medido a su vez como un porcentaje de peso en el Producto Interno Bruto, debe ser dirigido obligatoriamente como un subsidio a cuencas, su cultura y su biodiversidad ancestral, para su resguardo absoluto con enorme sentido estratégico.

Sigue siendo complicado tratar este asunto, pero ¡debemos asumirlo!

@samscarpato

PD: Agradecido a los compañeros que en los ’80 y ’90 del siglo XX, me convidaban discutir estos temas: Leobardo Acurero, Alexis Motta, Rafael Piña, Hildebrando Arangú, entre otros importantes amigos.

Código: 03-2014-1038

Para citar este escrito:

SCARPATO, Samuel. (2014). Minería ilegal y parques nacionales en Venezuela, el suicidio de todo un país. Primera publicación en fecha 11-Jun-2014 en el medio Facebook. Segunda publicación en fecha 27-Dic-2015. Consultado en fecha Día-Mes-Año. Disponible: https://samscarpato.com/mineria-ilegal-y-parques-nacionales-en-venezuela/